En una escena que ya parece rutina, el primer ministro del régimen cubano, Manuel Marrero, volvió a admitir lo evidente: el país está en candela y el gobierno no da pie con bola. Durante el X Pleno del Comité Central del Partido Comunista (PCC), soltó una frase que, lejos de consolar, dejó más preguntas que respuestas: “sentimos la más profunda insatisfacción al no lograr lo esperado”.
Como si no bastara con la miseria cotidiana que vive el cubano de a pie —apagones de más de 24 horas, hambre, farmacias vacías y un transporte que no existe—, Marrero añadió que “2025 está siendo desafiante” y, para colmo, no hay luz al final del túnel. Lo dijo claro: lo que queda del año no promete nada mejor.
Un plan más para el archivo de los fracasos
A falta de resultados reales, ahora Marrero se aferra a lo que han llamado el “Programa de Gobierno para corregir distorsiones y reimpulsar la economía”. Un título largo para una promesa reciclada sin contenido claro, que menciona cosas como “estabilización macroeconómica” o “incremento de ingresos externos”, pero que no explica cómo ni con qué recursos piensan lograrlo.
Entre los nuevos objetivos, Marrero repite los mismos eslóganes de siempre: que si más producción nacional, que si más alimentos, que si arreglar el sistema electroenergético (ese mismo que lleva años en ruinas), que si redimensionar la empresa estatal… pura muela para adornar la misma ineficiencia de siempre.
Más divisas, menos soluciones
También dijo que están buscando “atraer capital extranjero” con nuevos incentivos. ¿Incentivos para qué? ¿Para meter dinero en un país donde no hay garantías jurídicas, ni estabilidad, ni transparencia? Ningún inversionista serio se lanza al vacío, mucho menos en un sistema donde el Partido Comunista lo controla todo y reprime cualquier disidencia.
El discurso del socialismo eterno… aunque el pueblo se hunda
Mientras tanto, Díaz-Canel salió con el cuento de que están debatiendo “con sentido crítico” los problemas del país. Pero en lugar de asumir que el modelo está colapsado, el Buró Político —con figuras como Roberto Morales Ojeda— volvió a repetir que el socialismo es “el camino” y que el Partido Comunista es “la brújula”. Una brújula que, claramente, los tiene perdidos hace más de 60 años.
Ojeda, sin sonrojarse, describió la situación actual como una de las más difíciles en la historia de Cuba, marcada por “escasez, limitaciones y desaliento”. Lo que no dijo es que esa realidad es fruto directo de un sistema que asfixia la iniciativa privada, criminaliza la discrepancia y vive de discursos mientras el pueblo sobrevive a duras penas.
Más propaganda, menos dignidad
Todo este espectáculo político se da mientras millones de cubanos siguen atrapados en una rutina de apagones, colas eternas, salarios de miseria y desesperanza creciente. Y como es costumbre, el régimen lanza planes, diagnósticos, metas y promesas, pero sigue sin asumir ni una pizca de responsabilidad por haber llevado al país a este punto de quiebre.
En resumen, Marrero reconoce el desastre, pero en vez de cambiar de rumbo, insiste en seguir manejando el mismo carro viejo y sin frenos que va directo al barranco. Y mientras ellos “analizan” en salones con aire acondicionado, el pueblo sigue aguantando calor, hambre y olvido.
