Dos accidentes de tránsito estremecieron este fin de semana a Cuba, dejando un saldo preocupante de varios heridos y una vez más, el reflejo de un país donde la negligencia estatal y la desidia vial se cobran vidas y causan estragos casi a diario.
El primero de los sucesos ocurrió el pasado viernes en el aeropuerto de Santa Clara, cuando un vehículo —una máquina verde, según testigos— perdió el control dentro del área de parqueo e impactó contra otro carro y una motocicleta que se encontraban estacionados. El resultado fue un caos de hierros retorcidos, gritos de alerta y al menos cuatro personas heridas, entre ellas un trabajador del propio aeropuerto, dueño de la moto siniestrada.
La denuncia fue hecha pública en Facebook por el activista Samuel Rodríguez, quien además aseguró que agentes de la Seguridad del Estado no permitieron grabar ni tomar fotos del lugar tras el impacto. Como de costumbre, el régimen aplicó su ya clásico sello de hermetismo y censura para que no se filtre «la imagen real del desastre».
Las imágenes que lograron circular dan fe de la violencia del choque: vehículos prácticamente destrozados, en un hecho que pudo costar más vidas de no haber ocurrido dentro del parqueo. Hasta el momento, no se han revelado oficialmente las causas del accidente ni el estado de salud actual de los heridos, lo que solo alimenta la desconfianza y el malestar ciudadano.
Por si fuera poco, otro accidente estremeció La Habana la tarde del sábado, específicamente en la Vía Blanca, cerca del Puente de los Elevados. En las redes sociales comenzaron a circular fotos y videos que muestran el choque brutal entre dos autos, uno de los cuales terminó con el parabrisas completamente destruido. El impacto fue tan severo que una joven quedó tendida en plena vía, aparentemente sin signos vitales, mientras los paramédicos del SIUM intentaban desesperadamente reanimarla.
Otros heridos fueron trasladados de urgencia al Hospital Miguel Enríquez, en el municipio 10 de Octubre. Pero al igual que en el caso de Santa Clara, no hay parte médico oficial, ni explicación pública sobre lo ocurrido.
Estos dos hechos, separados por pocas horas y cientos de kilómetros, reflejan una triste y peligrosa normalidad en Cuba, donde el deterioro de las infraestructuras, la falta de mantenimiento técnico, el mal estado de las carreteras y la ausencia total de una política de prevención seria siguen dejando víctimas en el camino.
Y mientras el régimen se empeña en ocultar la realidad con comunicados vacíos y represión informativa, las carreteras cubanas se siguen cobrando vidas. El pueblo, como siempre, se queda con las secuelas y el silencio como respuesta.