Un domingo que comenzó como otro cualquiera en Majagua, Ciego de Ávila, terminó convertido en pesadilla. Un vehículo estatal perteneciente a la Empresa de Recursos Hidráulicos se volcó violentamente en plena carretera de Río Grande, dejando a su paso un saldo desgarrador: tres adolescentes fallecidos y más de treinta personas lesionadas, varios en estado crítico.
Un viaje que nunca debió terminar así
El carro, que transportaba a varios pasajeros —incluidos menores de edad—, se salió de control por razones que aún están bajo investigación, según informó el Mayor Alexander Sánchez González, jefe de tránsito provincial.
Lo cierto es que las consecuencias fueron devastadoras. Entre los fallecidos están Maikol Dayán Torres González, de apenas 13 años y además hijo del chofer, Dairon Sarmiento Domínguez, de 16, y Lian Pazo Duanes, de 14, todos residentes del consejo popular Vicente.
Tres vidas jóvenes apagadas en segundos, tres familias sumidas en un dolor que no se puede describir.
Cifra alarmante de heridos y estado crítico
Un total de 33 personas resultaron lesionadas en el accidente. Veinticinco fueron ingresadas de urgencia en el Hospital Provincial Antonio Luaces Iraola, en la capital avileña. Otros ocho pacientes —con traumas craneales, torácicos y en peligro vital— fueron remitidos al Hospital Roberto Rodríguez, en Morón.
Esas cifras, compartidas inicialmente en redes sociales por la página Avileños de Corazón, estremecieron a toda la comunidad.
Silencio institucional y la eterna irresponsabilidad
Hasta el momento, las autoridades no han dado explicaciones claras sobre las verdaderas causas del siniestro, aunque el hecho de que el vehículo fuera propiedad del Estado levanta muchas interrogantes.
Una vez más, el régimen parece más preocupado por controlar la narrativa que por asumir responsabilidades. Se ha limitado a enviar funcionarios del Partido Comunista al lugar, para «dar seguimiento», mientras las familias claman por justicia, por transparencia y por respuestas que no llegan.
El mismo guion de siempre
En Cuba, los accidentes masivos con vehículos estatales no son casos aislados, sino la consecuencia directa de años de negligencia, improvisación y falta de controles serios en la transportación pública. Carros en mal estado, conductores agotados, exceso de pasajeros, y una infraestructura vial que se cae a pedazos… pero la culpa nunca es del sistema.
Tres adolescentes no regresarán a casa. Y otros tantos están entre la vida y la muerte. Mientras tanto, el gobierno sigue administrando el dolor ajeno con burocracia y declaraciones vacías, como si la tragedia no les doliera, como si todo fuera un número más en una lista negra que crece cada día.
El pueblo, cansado de ver cómo la vida del cubano común vale menos que una goma de repuesto, vuelve a preguntarse: ¿hasta cuándo?
Porque no se trata solo de un accidente. Se trata de un modelo podrido que sigue cobrando vidas. Y mientras no cambie, la muerte seguirá viajando gratis por las carreteras de esta isla rota.