Con el pecho erguido y la dignidad intacta, un grupo de masones cubanos se reunió frente a la histórica Logia de San Diego para defender, con palabras y símbolos, la soberanía de su institución y denunciar el juego sucio del Ministerio de Justicia, que ha intentado meter la mano en los asuntos internos de la masonería como si fueran otra dependencia del Partido.
“No somos el edificio, somos la idea”, soltó uno de los hermanos, mientras invitaba a los presentes a cruzar el umbral de su templo simbólico y entonaban a viva voz el himno nacional cubano, en un acto que fue mitad protesta y mitad reafirmación de principios.
La masonería no se deja gobernar
Todo esto viene calentándose desde mayo pasado, cuando más de un centenar de masones de toda la isla llegaron a La Habana a exigir que se respetaran los reglamentos de su organización. Y lo lograron: con quórum válido y respaldo legal, destituyeron al entonces Gran Maestro Mayker Filema Duarte, quien había suspendido las elecciones internas en un intento burdo por atornillarse al poder.
En su lugar fue nombrado, como manda la Constitución masónica, Juan Alberto Kessell Linares. Pero lo que debió ser un proceso normal dentro de cualquier asociación autónoma, se convirtió en un conflicto político cuando el Ministerio de Justicia salió en defensa del destituido. Como si se tratara de otro títere útil al régimen, Filema fue respaldado por la burocracia estatal… y no contentos con eso, impusieron a dedo a Lázaro Cuesta Valdés como Comendador del Supremo Consejo, en sustitución de José Ramón Viñas, una figura incómoda por su postura crítica.
Amenazas desde arriba, dignidad desde abajo
Como si se tratara de un chantaje a lo gánster, el gobierno amenazó con congelar las cuentas bancarias y retirar el estatus legal de la Gran Logia si no aceptaban la imposición. Una jugada descarada que desató más indignación entre los masones, quienes aseguran haber agotado todas las vías legales posibles antes de verse forzados a protestar en la calle.
Desde entonces, las puertas de las logias han sido cerradas por órdenes de Filema y sus aliados. Y los hermanos han tenido que reunirse a la intemperie, incluso frente a la estatua de Carlos Manuel de Céspedes, símbolo de libertad, bajo la mirada amenazante de agentes del orden.
Durante una de esas manifestaciones, varios masones, incluyendo a Kessell Linares, fueron detenidos y advertidos. Pero eso no los ha frenado.
“Hoy vamos a entrar y que sea lo que Dios y la justicia quieran”, afirmó uno de los portavoces mientras el grupo volvía a cantar el himno en lo que se ha convertido en su grito de guerra pacífico.
El MINJUS: cómplice del atropello
La Dirección de Asociaciones del Ministerio de Justicia, liderada por Miriam García, ha sido duramente cuestionada por legitimar al destituido Filema desde el primer momento. Lilia María Hernández, viceministra del ramo, llegó a proponer una “reunificación” masónica… pero bajo el liderazgo impuesto por el gobierno. Una falta de respeto total que la masonería rechazó de plano.
“El poder político no tiene por qué meterse en nuestros asuntos”, afirmó Kessell Linares, con tono sereno pero firme. “La Gran Logia de Cuba es soberana, y punto”.
Unidad frente a la represión
Tras el escándalo de corrupción que salpicó a la masonería cubana en 2024 —con el ex Gran Maestro Mario Urquía Carreño envuelto en turbios manejos—, muchos pensaron que la institución estaba de capa caída. Pero lo que ha sucedido en estos meses muestra otra cara: la de la unidad, la dignidad y la resistencia pacífica.
“La masonería está viva. Vive en nosotros, no en los muros que intentan cerrarnos”, dijo uno de los hermanos con la voz cargada de emoción.
Mientras el régimen se obsesiona con controlar hasta los espacios simbólicos de la sociedad civil, los masones han dejado claro que no van a ceder ni un milímetro de su independencia.
Y si algo han demostrado en estos días es que cuando la justicia se ausenta en los salones del poder, puede reaparecer con fuerza en las calles, de la mano de quienes no están dispuestos a renunciar a lo que creen.
Cuba puede estar llena de sombras, pero hay quienes aún prefieren alumbrarse con la luz de sus principios.