Lo que ocurrió este domingo en pleno corazón de La Habana no fue solo una escaramuza institucional: fue una declaración frontal contra la injerencia descarada del régimen cubano en espacios de independencia ciudadana. Esta vez, el escenario fue nada menos que la Gran Logia de Cuba, donde decenas de masones alzaron la voz —y el alma— para sacar a patadas a Mayker Filema Duarte, un hombre a quien muchos dentro de la orden acusan de haberse entronizado como Gran Maestro con el beneplácito de los mismos que censuran, reprimen y manipulan al pueblo.
“¡Fuera!”: el grito que sacudió a la masonería
Las imágenes no mienten. Un video compartido por el masón Luis Rafael Zamora muestra a Filema saliendo del edificio, rodeado de abucheos y gritos de “¡Fuera!”, como si de un alto funcionario del Partido Comunista se tratara. Y no es para menos. Para muchos, este personaje representa la cara encubierta de la dictadura dentro de una institución que por tradición defiende la libertad de conciencia.
Zamora no se anduvo con rodeos: lo comparó con el tristemente célebre agente Collera Vento y lo tildó de traidor. “No nos representa ni como masón ni como cubano”, escribió. Las redes ardieron con esas palabras.
Tensión, himnos y una entrada simbólica
Lo que se vivió frente a la sede de la Logia, en Belascoaín y Carlos III, fue una escena cargada de simbolismo. Al son del Himno de Bayamo y gritando “¡Viva la masonería cubana!” y “¡Viva Cuba!”, los hermanos forzaron pacíficamente la entrada al edificio, tras ser bloqueados por un pequeño grupo afín a Filema.
Uno de ellos incluso lanzó alcohol al rostro de un manifestante, mientras otro le arrancaba la camisa a un hermano. Pero ni la violencia contenida ni las provocaciones detuvieron a los masones. Cantaron el himno dentro del lobby, reafirmando que la sede no pertenece a un hombre ni a un partido, sino a todos ellos.
Una dictadura dentro del mandil
Detrás de esta confrontación hay una verdad incómoda: Filema fue destituido formalmente el 25 de mayo, pero se sostuvo en el cargo gracias al respaldo del Ministerio de Justicia y la policía política. La mayoría de las logias fueron marginadas, varios hermanos suspendidos, y cualquier intento de elegir un nuevo liderazgo fue bloqueado.
El sábado anterior al acto de repudio, el verdadero Gran Maestro interino, Juan Alberto Kessel Linares, y el Gran Secretario Víctor Bravo Cabañas, fueron detenidos. ¿Casualidad? Nadie lo cree. La citación de ambos coincidía con la fecha de la sesión que Filema intentó imponer el domingo. Una jugada sucia, cocinada en las oficinas del MININT, según denuncian los masones.
“No va a subir”: el pueblo masón se impone
A las dos de la tarde, Filema intentó escabullirse y subir para presidir la sesión. Pero esta vez se topó con un muro de dignidad. Los hermanos se plantaron y le dejaron claro: “¡No va a subir!”. Aislado, sin respaldo real, tuvo que salir por la puerta de atrás, derrotado y sin poder hacer valer su autoritarismo impuesto.
Una hora después, regresó para decir que la sesión se suspendía. Pero aún así se negó a renunciar. La lucha, evidentemente, no ha terminado.
El régimen mete la mano… otra vez
La masonería cubana lleva meses siendo blanco de una ofensiva oficialista que busca someterla. Tras la destitución democrática de Filema, el MINJUS no solo ignoró el quórum legal de 117 representantes, sino que impuso a Lázaro Cuesta Valdés como nuevo Comendador, desplazando al respetado José Ramón Viñas, conocido por su postura crítica contra el régimen.
Y como si fuera poco, el gobierno amenazó con congelar las cuentas bancarias y despojar del estatus legal a la Gran Logia si no aceptaban al nuevo peón del sistema.
Masones en la calle, otra vez
Los locales masónicos fueron cerrados por órdenes del aparato oficial, y las sesiones ahora se celebran en plena calle, frente a la estatua de Céspedes, vigiladas por agentes vestidos de civil. El mensaje es claro: todo lo que no se doblegue ante el régimen será castigado.
Durante una protesta en junio, varios hermanos —incluido Kessel— fueron arrestados y advertidos por la Seguridad del Estado. Pero eso no ha detenido la resistencia.
“Libertad para la Gran Logia de Cuba”
El domingo, antes de dispersarse, los masones dejaron volar panfletos con ese grito: “Libertad para la Gran Logia de Cuba”. Un mensaje que va más allá de un edificio o una elección interna. Es un clamor por la autonomía, por el respeto a la legalidad, y por la dignidad de una institución que no piensa ceder su alma a cambio de silencio.
La batalla no ha terminado, pero el régimen ya sintió el golpe. Y cuando la dignidad se organiza, ni el poder más podrido puede frenarla.