En Cuba, ir al dentista ya no es como antes. Lo que antes era un servicio “gratuito” que se ofrecía con orgullo bajo el discurso de la potencia médica, hoy se ha convertido en otro dolor de muela más… pero en el bolsillo. Y es que, en medio de la escasez de todo, desde insumos hasta médicos disponibles, ha surgido un nuevo fenómeno que ya no sorprende a nadie: los estomatólogos están cobrando en dólares.
Así como lo lees. La salud bucal en la Isla se ha dolarizado a pasos agigantados. Con una economía en ruinas y un sistema de salud pública que no da abasto, los dentistas han encontrado una salida: ofrecer sus servicios por la izquierda, cobrando en moneda dura. ¿La excusa? Que todo lo tienen que importar desde afuera. Y sí, puede que tengan razón… pero el resultado es el mismo: el que no tiene dólares, no tiene dientes.
Un vistazo rápido por Facebook basta para darse cuenta de lo extendido que está este “negocio oculto”. En varios grupos, sobre todo locales, abundan los anuncios que parecen sacados de una clínica privada en Miami, pero con precios adaptados al “mercado cubano”. Restauraciones, blanqueamientos, extracciones, implantes, coronas, prótesis… todo tiene su precio. Pero eso sí, en dólares americanos.
Y no estamos hablando de cifras simbólicas. Un empaste puede costarte entre 3 y 8 dólares, una extracción de muela 9, una limpieza dental 7, y una corona dental puede llegar a los 18 o 25 dólares, dependiendo de lo que necesites. Si a eso le sumas que el salario mínimo en Cuba ronda los 5.5 dólares al mes (sí, al mes), te das cuenta de que estos tratamientos están reservados solo para unos pocos privilegiados.
¿Quiénes pueden pagar esto? Pues los mismos de siempre: los que tienen familiares en el extranjero, los que reciben remesas o los que se mueven en la economía informal y tienen acceso a divisas. El resto… que se aguante el dolor.
Pero lo más chocante de todo no es que los dentistas hayan encontrado una forma de sobrevivir (porque también son víctimas de este desastre). Lo realmente alarmante es la actitud del gobierno, que simplemente mira para otro lado. Aunque la Constitución prohíbe claramente la existencia de servicios de salud privados, este mercado paralelo funciona a plena luz del día. Todo el mundo lo sabe, todo el mundo lo comenta… y nadie hace nada.
¿Dónde quedó aquella narrativa oficialista de que en Cuba “la salud es un derecho garantizado para todos”? Pues parece que quedó en el pasado, junto con las jeringuillas de cristal y los anuncios de campañas de vacunación en los 80. Hoy, si quieres conservar tus dientes, prepárate para pagar en la moneda que el Estado dice no necesitar… pero que todos usan.
La lista de precios circula por todos lados, y está tan bien organizada que da hasta envidia. Desde curitas de óxido de zinc por 2 dólares hasta blanqueamientos a 9 por sesión. Las endodoncias pueden llegar hasta 20 dólares, y una prótesis dental ni te cuento. En resumen, el dentista se convirtió en un lujo, y el acceso a una sonrisa saludable depende más de Western Union que de un turno en el policlínico.
Al final del día, esta realidad refleja una de las contradicciones más grandes del sistema cubano: se proclama gratuito y socialista, pero cada vez más servicios esenciales se compran como en cualquier mercado capitalista. Y mientras el pueblo se debate entre el dolor y la resignación, los que pueden pagar siguen sonriendo… con dientes nuevos, claro está.
