La actriz cubana Camila Arteche decidió ponerle una pausa a la rutina y, como quien se da un gustazo merecido, se fue a desconectar en las playas de Punta Cana, República Dominicana. Pero no lo hizo sola: en sus fotos aparece bien pegadita a un galán cuya identidad, por ahora, mantiene bajo siete llaves. Lo que sí no ha escondido ni un pelo es su arsenal de bikinis, que ha dejado a medio Instagram con la boca abierta.
En sus historias y publicaciones recientes, Camila se ha mostrado radiante, relajada, disfrutando del sol y la arena con esa sonrisa que la ha hecho tan popular. Cada traje de baño que se pone parece diseñado a la medida de su energía y su cuerpo, desde un modelo marrón con detalles hechos a mano hasta uno naranja que resalta su bronceado caribeño. También se le ha visto luciendo colores neón con estampados tribales que gritan “verano total” desde cualquier ángulo.
Y como buena cubana que se respeta, no ha descuidado ni un solo detalle: sombreros playeros, salidas ligeras y accesorios que completan un look digno de portada de revista. Pero más allá de la moda, una de las fotos que más comentarios ha generado es esa donde aparece abrazada a su misterioso acompañante, dejando claro que no se trata solo de unas vacaciones para relajarse, sino de una escapadita con sabor a romance.
Aunque no ha dicho cuánto tiempo piensa quedarse en suelo dominicano, todo indica que está gozando como una reina lejos del control y la asfixia que todavía sufre su isla natal, donde disfrutar con libertad sigue siendo un lujo para unos pocos. Porque, seamos claros, en una Cuba donde el régimen lo controla todo —hasta la alegría ajena—, ver a una cubana libre, viviendo sin miedo y compartiendo su felicidad con el mundo, se vuelve casi un acto de rebeldía.
Camila sigue ganándose el cariño de su público con su frescura y carisma, y no solo por su talento frente a las cámaras. Lo que proyecta es esa autenticidad que tanto le falta al teatro político en la isla, donde las caretas ya no engañan a nadie. Mientras ella brilla en la playa, el régimen sigue hundido en su propio pantano de censura, miseria y promesas vacías.
Así que sí, que Camila siga disfrutando, mostrando su estilo y su libertad, porque eso —justamente eso— es lo que más molesta a los que aún quieren encerrar a Cuba en una vieja postal en blanco y negro.