En medio de un verano calcinante y apagones interminables, el gobierno cubano vuelve a echarle más leña al fuego… pero no precisamente para encender la hornilla. Mientras millones de cubanos se las ven negras para cocinar, dormir o trabajar, el castrismo ha lanzado otro paquete de medidas absurdas, disfrazadas de “ahorro energético”, que lo único que hacen es hundir aún más al pueblo en la oscuridad —literal y figuradamente.
Durante el X Pleno del Comité Central del Partido Comunista, el ministro Vicente de la O Levy anunció una serie de restricciones que incluyen paralizar oficinas estatales de viernes a lunes, recortar los servicios públicos y castigar a los negocios privados que usen «demasiada» corriente. Todo esto, según el discurso oficial, es para aliviar la presión sobre un sistema eléctrico que está más fundido que una bombilla de 25 watts.
Pero en la práctica, el golpe es para el pueblo. Las madres no saben cómo conservar la comida, los trabajadores sudan la gota gorda sin ni siquiera un ventilador, y los niños se acuestan a oscuras en medio de mosquitos y calor.
“Ahorro obligatorio” o cómo asfixiar aún más al cubano de a pie
Lo más descarado es que estas medidas no se han quedado en el papel. En territorios como Calixto García y Manicaragua, en Villa Clara, ya se están aplicando restricciones directas: se prohíbe el consumo eléctrico en carpinterías y centros de elaboración de alimentos en horarios claves del día; se exige reducir el 5% del consumo en centros estatales y privados; se recorta un 30% de la energía en entidades del gobierno y se limita la jornada laboral a solo cuatro días a la semana.
Y como si fuera poco, los viernes será apagón total con «breaker incluido», o sea, cortacorriente con intención.
¿Y cuál es la excusa esta vez? Según funcionarios como Alexander Santiesteban y Elizabeth Núñez, estas restricciones buscan “ahorrar energía en el sector estatal para disminuir las afectaciones a la población”. Pero en el terreno, lo que se vive es todo lo contrario: más apagones, más parálisis y menos esperanza.
Privados bajo amenaza, mientras el Estado colapsa
Uno de los puntos más alarmantes es que ahora los negocios privados que sobrepasen sus “planes de consumo” también serán sancionados con cortes de electricidad. Es decir, justo en un momento en que el sector privado trata de sobrevivir a duras penas con plantas eléctricas o baterías, el régimen les pone la soga al cuello.
Esto no es ahorro ni planificación: es sabotaje directo a los que todavía mueven un poco la economía real del país. En sectores como la gastronomía, la tecnología o el entretenimiento, estas medidas podrían suponer pérdidas millonarias, despidos masivos y el cierre definitivo de muchos emprendimientos.
Un verano sin respiro, sin soluciones y con más represión disfrazada de “ahorro”
Así comienza el verano 2025 para el cubano común: con velas, con calor y con frustración. Lejos de brindar soluciones o invertir en una infraestructura energética moderna, el régimen sigue parcheando con lo mismo de siempre: culpas externas, medidas retrógradas y discursos vacíos.
Ni se han anunciado nuevas inversiones, ni planes reales de recuperación del sistema eléctrico. Solo más sacrificios para el pueblo, mientras las cúpulas siguen refrigeradas, iluminadas y ajenas a la miseria que generan.
En los barrios, la frase que más se repite no necesita matices: “Esto no tiene respiro”. Y lo peor es que quienes gobiernan tampoco tienen vergüenza. La “resistencia creativa” que tanto cacarea Díaz-Canel, no es más que un eufemismo para justificar la incompetencia, la escasez y la opresión diaria.
