¡La cosa está que arde en Santiago de Cuba! Si no bastara con los apagones, las colas eternas y la escasez de lo más básico, ahora resulta que las torres de telefonía móvil —esas que nos mantienen conectados aunque sea para quejarse en WhatsApp— se han convertido en el blanco perfecto de ladrones y vándalos. Y no es un tema menor: los responsables podrían terminar tras las rejas hasta por 15 años. ¡Casi nada!
Las autoridades cubanas han salido a decirlo sin pelos en la lengua: estos actos de vandalismo contra la infraestructura de telecomunicaciones en Santiago de Cuba podrían costarles a los implicados entre siete y 15 años de cárcel. Así lo establece el artículo 125 del nuevo Código Penal, que tipifica estos ataques como delito de sabotaje. Y es que, más allá del daño económico, se trata de un asunto que afecta a miles de personas que dependen de estas torres para trabajar, comunicarse o, simplemente, sobrevivir en medio de la crisis.
Según reportó el periódico oficial Granma, en al menos 17 torres de telefonía móvil —las famosas radiobases o RBS— que han sido instaladas recientemente en la provincia, se han producido robos y destrozos a cercas, techos, baterías y todo tipo de piezas. ¡Como si fueran piñatas!
Los delincuentes no distinguen entre campo y ciudad. Estos robos han ocurrido tanto en zonas rurales como en áreas urbanas. Y claro, los apagones constantes han sido el escenario perfecto para que los ladrones actúen a sus anchas, especialmente en la noche, cuando ni un alma se ve por las calles y los vecinos duermen con un ojo abierto.
Uno de los puntos más golpeados ha sido el Alto del 30 de Noviembre en Santiago de Cuba. Allí, un grupo de individuos forzó la puerta de un gabinete técnico y se llevó una batería. ¡Y no estamos hablando de una batería cualquiera! Se trata de equipos carísimos y cruciales para que las torres sigan funcionando y no se caiga la señal de telefonía móvil.
El propio diario Granma recogió testimonios de vecinos que están indignados. Denuncian que estos actos dejan a comunidades enteras incomunicadas, y obligan a Etecsa —la empresa estatal de telecomunicaciones— a gastar recursos que, sinceramente, escasean, en reponer una y otra vez los equipos dañados.
Y ojo, que esto no es algo nuevo. La vulnerabilidad de la infraestructura de telecomunicaciones es un problema que viene de tiempo atrás y sigue sin tener una solución definitiva. En otras localidades como San Vicente, Micro V y La Placita, también se han reportado robos de interruptores magnéticos y otros materiales que, presuntamente, terminan vendiéndose en el mercado negro. ¡Un negocio redondo para los delincuentes, pero un desastre para el resto!
Para intentar frenar la ola de robos, Etecsa ha puesto en marcha medidas más estrictas de vigilancia. Han instalado sistemas de monitoreo en su Centro de Gestión, que mandan alertas automáticas cada vez que alguien abre los gabinetes de las radiobases. Suena muy bien en teoría… pero la realidad es otra.
Los vándalos, lejos de asustarse, han perfeccionado su técnica. Ahora acceden por la parte trasera de las estructuras, esquivando las alarmas y haciendo su agosto sin que nadie se entere hasta que es demasiado tarde. ¡Creatividad no les falta!
Actualmente, hay varios procesos investigativos y judiciales abiertos en Santiago de Cuba contra presuntos implicados en estos sabotajes. Y las autoridades han dejado bien clarito que si estos actos llegan a representar un peligro para la vida humana o la seguridad colectiva, las condenas podrían ser incluso más severas. O sea, no es juego.
Mientras tanto, y pese a la crisis, el gobierno cubano presume que en Santiago de Cuba hay 187 radiobases en funcionamiento y un plan para instalar otras 21 antes de que termine el 2025. Estas torres son consideradas bienes estratégicos y de altísimo valor para la comunidad. Pero con tantos robos, mantenerlas operativas se está convirtiendo en una misión casi imposible.
Así que, entre apagones, sabotajes y piezas robadas, la conectividad en Santiago de Cuba pende de un hilo. Y, por lo que parece, la historia está lejos de terminar.