La noche que debía marcar la bienvenida del verano en Playa La Boca, Puerto Padre, se tiñó de tragedia. Leonar Michel López Mora, un muchacho de solo 20 años, fue asesinado de una puñalada por la espalda mientras la música y los discursos oficiales adornaban un acto organizado por TRD Caribe, con presencia de mandamases de Las Tunas.
Una fiesta oficial… con sangre
Mientras se gastaban recursos en altavoces y carpas, la vida de Leonar Michel se apagaba sin que nadie —del Partido ni de la Policía— moviera un dedo para evitarlo. Testigos en redes cuentan que el agresor, del que aún no se sabe el nombre (o no se quiere decir), se dio a la fuga y sigue sin ser capturado.
Lo que sí se sabe es que Leonar deja atrás una esposa embarazada, una familia rota y una comunidad con la rabia a flor de piel. “Solo le pido a Dios que te cuide y le dé salud a tu esposa y a ese pequeño que crece en su vientre”, escribió su amiga Rosy Silva Romero, despidiéndose de quien, horas antes, posaba feliz en una foto rodeado de amigos y sueños.
Un silencio que grita complicidad
Como ya es costumbre en la Cuba oficial, ningún medio estatal ni autoridad se dignó a informar del asesinato. Ni una nota, ni un parte, ni un “lamentamos lo sucedido”. El régimen prefiere tapar la sangre con consignas mientras la etiqueta #JusticiaParaLeonarMichel se hace eco del dolor y la indignación que hierven en la calle.
Para más rabia, otro joven también fue herido esa misma noche, con otra puñalada en la espalda. Logró sobrevivir tras ser operado y ya se recupera en casa. ¿Y el gobierno? Bien gracias.
¿Ajuste de cuentas o pura envidia?
Nadie sabe con certeza por qué Leonar tuvo que morir, pero la gente murmura. Algunos dicen que el verdugo era un cobrador de una planta eléctrica que vino a saldar cuentas. Otros aseguran que se trataba de un expresidiario que, carcomido por la envidia, decidió truncar la vida de un muchacho trabajador y querido.
“El que lo mató es un presidiario que le tenía envidia”, soltó un internauta en Facebook. Dicen que fue cuestión de minutos: Leonar subió una foto celebrando el verano y, poco después, ya era historia.
Un país que se desangra mientras la dictadura mira para otro lado
La muerte de Leonar no es un caso aislado. Es solo otra página más en la crónica sangrienta de una Cuba que se hunde en la violencia, alimentada por la miseria, la impunidad y un Estado que solo reprime cuando le conviene.
Ahí está Roger Vargas Cárdenas, 19 años, apuñalado en Contramaestre a finales de junio. Le arrancaron la vida por un celular. O Carlos César Vive, babalawo de Santiago de Cuba, asesinado a puñaladas en plena calle habanera, envuelto en disputas que nadie se molesta en investigar.
Mientras tanto, la prensa oficial calla, las familias lloran y la calle se vuelve jungla. Porque aquí la justicia solo se despierta para perseguir a quien piensa diferente, pero cierra los ojos cuando la delincuencia se lleva a los nuestros.