El humorista y filántropo cubano Limay Blanco volvió a ser blanco —literalmente— de la delincuencia que se ha desatado como peste en una Cuba sin ley ni control. En plena noche y con total descaro, un ladrón se metió en su casa y lo despojó de varios objetos de valor, mientras el artista lo grababa huyendo por los techos como si fuera un juego de niños.
“¡Tú estás loco, Matute, por Dios! ¡Sal de aquí!”, se le oye gritar a Limay en el video que él mismo compartió en su cuenta de Instagram. Luego, con tono de resignación, agrega: “Es el mismo que se metió la otra vez aquí, mira…”
Sí, el mismo. El mismo descarado que ya lo había robado antes y que, como tantas otras veces en Cuba, fue liberado “por falta de pruebas”. Así funciona el “orden” en esta isla donde los verdaderos ladrones andan sueltos y los que piensan diferente van presos.
“Dios sabe que yo no hago cosas malas”, escribió Limay entre la impotencia y la fe. “Yo solo trato de hacer su voluntad, ayudar a los que necesitan, y no entiendo por qué pasan estas cosas”. Un mensaje tan desgarrador como el silencio cómplice de las autoridades.
Otra denuncia, otra promesa vacía
Según contó en los comentarios, el ladrón logró llevarse una aspiradora, un bebedero, un taladro y casi se lleva una planta eléctrica. Y aunque la policía se apareció finalmente, la historia es la misma de siempre: entran, prometen y se van… para no volver.
“La primera vez lo grabé y a los tres meses lo soltaron”, explicó, frustrado. Como si grabar a alguien cometiendo un delito no fuera suficiente prueba en la Cuba surrealista de hoy.
Las redes explotaron de apoyo… y de indignación
El video de Limay provocó una avalancha de comentarios. Muchos seguidores le pidieron que se protegiera, que pensara en su familia. “Hoy fue un taladro, mañana puede ser tu vida”, le advirtió uno. Otros señalaron el gran problema de fondo: la inoperancia policial y la impunidad galopante.
“En Cuba, al que roba lo sueltan, y al que piensa distinto, lo entierran en prisión”, soltó una usuaria sin pelos en la lengua. Y no está equivocada.
A pesar del coraje y la rabia de muchos, hubo también palabras de cariño y reconocimiento para este hombre que ha ayudado a tantos sin pedir nada a cambio. Lo recordaron como un cristiano de fe firme, como el que un día perdonó a un ladrón y hasta le dio dinero para que saldara una deuda.
Pero hasta los santos se cansan.
Una Cuba sin freno ni orden
Este nuevo robo no es un caso aislado. En junio de 2023, Limay denunció el robo de una caja de pollo. En febrero, una puerca preñada. En julio, otro robo más, y aun así el artista perdonó. Pero ya la bondad no alcanza para calmar la desesperación de vivir en un país donde no hay justicia, ni garantías, ni protección.
Mientras el régimen se jacta de “seguridad ciudadana” en los discursos oficiales, la calle es tierra de nadie, y ni los que más han dado por los demás se salvan. Este caso no es solo el drama de una figura pública, es el reflejo de lo que vive cualquier cubano de a pie: el campesino que pierde su cosecha, la madre que se acuesta con miedo, el pueblo que sobrevive entre delincuencia y abandono institucional.
Limay, que lidera el proyecto “Cristo Cambia Vidas”, ha entregado más de 40 viviendas, ayudado a enfermos, niños, ancianos… Y aún así, lo siguen robando, como si hacer el bien fuera un delito en esta Cuba rota.
“Le das un mal golpe y tienes que pagarlo. Así son las leyes de mi país”, respondió a quienes le sugerían que se defendiera con las manos. Y tiene razón. Aquí la justicia no es ciega: solo se tapa los ojos cuando le conviene al poder.
A pesar de todo, Limay promete seguir su camino. Sin odio. Sin venganza. “Seguiré haciendo el bien sin esperar recompensa de nadie.”
Pero no deja de doler que un país tan necesitado de gente buena, maltrate justo a los que más ayudan. Porque como escribió un seguidor: “Esto no solo te pasa a ti, Limay. Nos pasa a todos. Así está Cuba… abandonada a su suerte.”