¡Otra novela más para la interminable serie de “Corrupción en Cuba”! Dos administradores de una bodega en San Miguel del Padrón acaban de protagonizar el último capítulo de irregularidades en la distribución de alimentos en la isla. Y es que, en medio de la brutal crisis económica y la desconfianza creciente hacia los mecanismos de control estatal, se ha destapado un nuevo lío que deja claro que ni la comida de la libreta está a salvo de manos largas.
Según informó el perfil de Facebook “El Cubano Fiel”, vinculado nada menos que al Ministerio del Interior (MININT), estos dos administradores fueron sorprendidos en plena movida ilegal. Al parecer, los tipos estaban trasladando sacos de arroz y chícharos que, supuestamente, estaban “desviando” de los almacenes del comercio estatal. ¡Tal cual, se los estaban llevando como si nada!
El post detalla que el show ocurrió en San Francisco de Paula, donde la Policía Nacional Revolucionaria, junto con funcionarios de Comercio, habrían atrapado a los implicados mientras cargaban productos de la canasta básica en un vehículo. La escena parece sacada de una película de atracos… pero versión bodega cubana.
Las autoridades, siempre según el reporte, descubrieron dentro de la bodega nada menos que 15 sacos de chícharos y 10 de arroz que, dicen, ya estaban apartaditos y listos para desaparecer. Pero eso no es todo: cuando registraron las casas de los administradores, encontraron otros 14 sacos de arroz escondidos. ¡Menudo alijo!
La supuesta escena del crimen se sitúa en la zona de Siboney, entre Calzada de Güines y el Callejón Botica, según la fuente. Lo curioso es que no hay fotos de los implicados, ni nombres, ni documentos oficiales que respalden la historia fuera de las publicaciones de El Cubano Fiel. Hasta el momento, nadie sabe si el caso ha llegado siquiera a los tribunales. Todo queda en el terreno del chisme y la sospecha.
Y claro, la pregunta del millón es: ¿estamos ante una denuncia legítima o ante otro episodio de propaganda? Las redes hierven de dudas cada vez que perfiles como El Cubano Fiel sueltan estas bombas informativas. Mucha gente se pregunta por qué no se publican partes oficiales del Ministerio de Comercio o de la Fiscalía, o por qué nunca vemos fotos ni juicios públicos. Algunos incluso piensan que es pura estrategia para desviar la atención y dirigir la rabia popular hacia los empleados de base, mientras los peces gordos siguen a salvo.
No es para menos. El tema de la comida en Cuba es ultrasensible. La escasez crónica, el racionamiento eterno y los robos en la red de bodegas mantienen al pueblo en un estado de malestar constante. Y cuando quienes deben proteger la distribución justa se convierten en los primeros ladrones, la desesperanza se dispara.
Para intentar calmar las aguas, el gobierno ha sacado cartas como la campaña “Guardianes por mi bodega”, una supuesta solución comunitaria para evitar robos. Pero la realidad es que detrás de estos nombres bonitos se esconden los mismos mecanismos de control social de siempre: horarios extendidos, grupos de WhatsApp entre vecinos, recorridos sorpresa, reuniones del Partido Comunista y guardias vecinales que recuerdan más a los CDR que a otra cosa.
La iniciativa arrancó en Holguín, tras registrarse 13 delitos en bodegas, de los cuales 11 fueron robos con fuerza. Las autoridades prometieron implementar cajas electrónicas para evitar tanto efectivo, crear canales en Telegram y “estrechar lazos” con la gente. Pero muchos cubanos ven estas campañas como puro maquillaje para tapar el verdadero problema: la corrupción interna, la falta de transparencia y un sistema de distribución que está, literalmente, en ruinas.
Mientras tanto, la pregunta sigue en el aire: ¿Quién vigila a los vigilantes? Porque, al paso que vamos, ni el arroz ni los chícharos tienen garantizada su llegada a la mesa del cubano.
