“Ese ciclo cerró en mi vida hace mucho tiempo, pero lamentablemente cuando aún nos queda familia tenemos que seguir yendo.” Con esa frase, contundente y cargada de nostalgia, una cubana residente en Estados Unidos dejó bien claro que, si por ella fuera, no pisaría más la isla. Y no lo dice por capricho: su más reciente viaje estuvo lleno de apagones, escasez y un sentimiento de incomodidad constante que terminó por reafirmarle que su vida está, definitivamente, en otro lugar.
La protagonista de esta historia compartió su experiencia en un video que ya circula por redes sociales. “Gracias a Dios fui por muy poco tiempo porque la verdad ya estaba loca por virar para mi casa”, confesó sin rodeos. La madre relató cómo, desde el primer momento, sintió que el viaje fue más una obligación que otra cosa. “Como le dije al niño, estaba bastante predispuesto y yo también. Yo voy a veces hasta por compromiso, porque tengo familia allí todavía. Pero si fuera por mí, elegiría no ir nunca más”, soltó con toda franqueza. Y remató: “Yo no quiero ver más cómo está la situación allí. Ese capítulo y ese ciclo cerró en mi vida hace mucho tiempo”.
Entre los momentos más tensos que vivió en la isla, la cubana describió los interminables apagones que llegaron a durar entre 10 y 12 horas. “Es una situación crítica”, aseguró. Además, contó que tuvieron que recurrir a resistencias eléctricas para poder cocinar algo tan simple como calentar la leche. “Eso que le grabé fue un reverbero para calentar la leche porque ni tan siquiera hay gas. Es muy difícil encontrarlo y cuando lo encuentras, carísimo”.
Uno de los fragmentos más impactantes de su relato muestra cómo tuvieron que preparar alimentos en plena oscuridad. “Aquí estuvimos haciendo tamales en apagón completamente, el día completo. La luz se va desde las 9 de la mañana hasta 09:30 o 10 de la noche. Y gracias a Dios no nos tocó ningún apagón de madrugada, pero eso es a como ellos quiten la luz”, explicó. ¡Un auténtico suplicio!
Sin embargo, en medio de tanta carencia, reconoció algo que muchos cubanos en el exilio comparten: el sabor de la comida en Cuba sigue siendo único. “Uno disfruta bastante el tema de la comida porque el sabor es un poco diferente a lo que nosotros estamos adaptados”, admitió, dejando claro que, aunque su relación con Cuba sea complicada, el paladar siempre guarda sus raíces.
Entre las pequeñas soluciones para sobrellevar la crisis, enseñó orgullosa una linterna portátil que llevó desde EE. UU. “Gracias a esta linterna que yo había llevado, todo el mundo estaba encantado con esto porque miren cómo alumbra. Lo bueno es que también la puedes cargar solar y tiene para cargar los teléfonos. Es una buena compra. La verdad que ahí hace falta de todo, y algo tan pequeño resuelve un problema bien grande”. Detalles que parecen insignificantes, pero que marcan la diferencia en medio de tantas carencias.
Pero ni siquiera ese breve viaje se salvó de contratiempos. La cubana contó que, hacia el final de la estancia, su hijo se enfermó, sumando más estrés a la experiencia. “Eso fue el último día porque al otro día se enfermó”, dijo, visiblemente afectada.
Su testimonio no pasó desapercibido. Las redes sociales estallaron con reacciones de otros cubanos que se sintieron totalmente identificados. “Te entiendo, yo hace años dejé de ir también”, escribió una seguidora. Otra comentó: “Así me pasa a mí, pero mis padres están allá”. Y muchos coincidieron en el mismo sentimiento de dolor y resignación: “Prefiero mandarles de todo que ir, es muy triste”, “Terrible de cómo se está viviendo en Cuba”, “Yo fui hace 13 años por última vez”.
Claro, también hubo quienes defendieron los lazos familiares por encima de las dificultades. “Hay familias que uno tiene que visitar, crear las condiciones y ya es lo ideal”, opinó alguien. Y otro comentario soltó una pulla: “Cuando careces de humildad se piensa así. Ser cubana se lleva en la sangre independientemente de carencia o lujos”.
Este relato no es un caso aislado. Cada vez son más los cubanos en el exilio que comparten vivencias similares. En mayo, otra madre cubana contó que “cada día es peor, sin exageración”, y recomendó a quienes viven fuera que no viajen a Cuba porque “vas a salir sintiéndote deprimido, triste, mal”.
Aunque otros videos muestran la otra cara de la moneda, resaltando los reencuentros familiares, como el de una cubana que viajó solo para ver a su padre y dijo: “no vine por un gobierno, vine por el hombre que me enseñó a caminar”, la realidad sigue siendo dolorosa para muchos. La gran pregunta queda flotando en el aire: ¿vale la pena regresar a una Cuba que se hunde cada día más? Para unos, la respuesta está en el amor por la familia; para otros, en protegerse del dolor de revivir una realidad que ya no soportan.