Una vez más, el gobierno cubano desempolva su gastado manual de “preocupación mediática”, esta vez para advertir sobre la posible presencia de la subvariante XFG del coronavirus, también conocida como Stratus, descendiente directa de la archifamosa Ómicron.
Fue el propio Francisco Durán García, el eterno rostro de la epidemiología oficialista, quien se apareció en la televisión nacional con su acostumbrado tono paternalista para lanzar la advertencia: «No tenemos pruebas oficiales de que circule en Cuba… pero probablemente ya esté aquí». ¿En serio? ¿Otra vez con el cuento de que “quizás sí, quizás no”, pero mientras tanto, manténganse encerrados y obedientes?
Un virus que supuestamente no ha llegado, pero hay que temerle
Durán, fiel a su guion, explicó que la subvariante XFG es altamente transmisible incluso en la etapa asintomática, lo que, según él, dificulta cualquier intento de frenar su entrada al país. Claro, como si fuera la primera vez que en Cuba se les va de las manos algo y luego salen con excusas recicladas. “Es muy difícil que no llegue una persona portadora sin síntomas…”, dijo, como si eso fuera justificación para su falta de control real sobre el tema.
Aseguró que los síntomas de esta cepa son “parecidos” a los ya conocidos: dolor de garganta, ronquera, fiebre leve y algunas molestias digestivas, pero aprovechó para meter la cuña política con las vacunas nacionales, esas mismas que nadie fuera de Cuba avala seriamente. Según Durán, las vacunas “siguen siendo efectivas”, aunque también nos dice que hay que «extremar cuidados». ¿En qué quedamos, doctor?
Nasobuco, colas y la misma cantaleta de siempre
Con tono de regaño, Durán volvió a recomendar el uso del nasobuco, sobre todo en lugares cerrados y en el transporte público. A estas alturas, ese discurso suena más a control social que a medida sanitaria. También soltó su clásico “todo cuidado sigue siendo poco”, como si repitiendo frases hechas pudiera compensar la desconfianza general de la gente en un sistema de salud que hace aguas.
Dengue, Oropouche y otras calamidades silenciadas
Por si fuera poco, el epidemiólogo del régimen informó que más de 4,600 personas están ingresadas por dengue, aunque —según él— ninguna está en estado grave ni en terapia intensiva. ¿Será verdad? ¿O será otro intento de maquillar la realidad para no admitir que el país no tiene condiciones ni para enfrentar un brote de gripe?
Y como si no bastara con el dengue, también sacó a relucir al virus Oropouche, que según dijo afecta más provincias y municipios que el dengue, pero «no es tan grave». Una joyita más para la vitrina de enfermedades tropicales que el régimen intenta minimizar mientras la población sufre las consecuencias de la falta de higiene, fumigación y recursos básicos.
El pueblo, una vez más, a la deriva
Mientras los funcionarios como Durán siguen con sus discursos televisivos, el pueblo cubano se enfrenta a colas interminables, transporte abarrotado, falta de medicamentos y hospitales en ruinas. El llamado a extremar precauciones parece más una burla que una recomendación útil. ¿Cómo va a protegerse una familia cuando ni siquiera puede comprar jabón o conseguir un simple termómetro?
El problema de fondo no es el virus, ni el dengue, ni el Oropouche. El verdadero virus que carcome al país es la ineptitud del régimen y su manía de disfrazar de ciencia lo que no es más que propaganda vacía.
Y mientras tanto, seguimos esperando transparencia, datos reales y una mínima dosis de responsabilidad… pero eso, como siempre, brilla por su ausencia.