La mañana de este miércoles en La Habana comenzó con un susto bien grande. Justo en la curva peligrosa del Malecón, cerquita de la Tribuna Antiimperialista, se produjo un choque brutal entre un jeep ligero y un auto blanco que acabó casi convertido en chatarra.
Ambos vehículos terminaron hechos leña, con uno estampado contra el muro de contención y el otro destrozado en plena vía. La escena fue captada por el usuario Alexander Ríos Cruz y publicada en el grupo de Facebook Accidentes, incendios y más. En las fotos se aprecia claramente la magnitud del desastre.
El choque ocurrió en una zona donde, en teoría, el límite de velocidad es de 50 km/h, pero ya sabemos cómo funcionan las cosas en Cuba: no hay señalización clara, el pavimento parece jabón y el control del tránsito es casi inexistente. Un coctel explosivo para los accidentes.
Hasta ahora no se han confirmado heridos, pero el hecho de que aparecieran los bomberos y vehículos de emergencia en el lugar da una idea del nivel del desastre. Eso sí, como siempre, la información oficial llega tarde, mal y nunca.
Y no es casualidad.
Este tipo de accidentes en el Malecón se está volviendo paisaje. Sobre todo en curvas cerradas como la de la Tribuna, donde la desidia estatal, el abandono de la infraestructura y la falta de voluntad política para resolver problemas básicos siguen cobrando factura.
Las cifras recientes de la Comisión Nacional de Seguridad Vial no dan para mucho optimismo: más de 3,000 accidentes en lo que va de 2025, con 290 muertos y casi 2,700 lesionados. Y aunque dicen que ha bajado la cantidad de accidentes, las muertes siguen subiendo, sobre todo entre peatones, motoristas y bicitaxistas, los más vulnerables de la calle.
Y por si fuera poco, otro accidente sacudió la capital ese mismo día. Esta vez en 10 de Octubre y Dolores, donde un triciclo motorizado impactó por detrás a una van Dongfeng, partiendo su cristal trasero y dejando pedazos de vidrio regados en la calle.
A pesar de que el choque ocurrió al mediodía, pasadas las 2:15 p.m. todavía no habían aparecido los policías. ¿Y el resultado? Un tapón de esos que sacan lo peor del cubano al volante.
En redes sociales la gente no se quedó callada: criticaron la demora de las autoridades y volvieron a apuntar al desorden vial que se ha vuelto crónico en la Isla.
No hubo heridos, por suerte, pero el malestar sigue creciendo. Porque los accidentes en Cuba ya no sorprenden, lo que indigna es la total pasividad del gobierno ante un problema que se lleva vidas casi a diario.
En vez de gastarse millones en campañas políticas o en desfiles vacíos, ¿por qué no invierten en señalización, mantenimiento de carreteras, alumbrado público y educación vial?
La Cuba de hoy no solo está rota en lo económico o lo político. También está rota en sus calles, en su transporte y en la poca importancia que se le da a la vida de su gente.
Y mientras los de arriba siguen con sus consignas rancias, abajo el pueblo choca, sufre y espera… aunque la ayuda nunca llega.