En medio de la creciente ola de inseguridad que golpea a los barrios habaneros, dos individuos fueron capturados por la Policía en Calabazar, municipio Boyeros, tras haber perpetrado un robo de película: se llevaron 2 millones de pesos cubanos de la vivienda de una vecina que estaba ausente. Pero lo más escandaloso no fue solo el monto, sino lo que hicieron después… fiestas, farra y despilfarro.
La víctima, una cuentapropista que regenta una cafetería, regresó a su hogar y notó algo raro desde que cruzó la cerca. La ventana del baño estaba reventada y en el patio había un rastro de aceite para carros, como si hubieran dejado su firma. Al revisar el interior de la casa, el golpe fue seco: el dinero que tenía guardado en bolsas de nailon había desaparecido por completo.
Sin pensarlo dos veces, la mujer fue directa a la estación de policía y puso la denuncia. En poco tiempo, las autoridades lograron ubicar y arrestar a los responsables. Aunque parte del dinero fue recuperado, los ladrones ya se habían fundido una buena cantidad entre “jangueos” y celebraciones, según confirmaron los oficiales a cargo del caso.
La noticia corrió como pólvora entre los vecinos. Muchos se mostraron impactados por el descaro de los implicados, sobre todo al saberse que eran conocidos del barrio. Algunos residentes comentaron que el comportamiento «extraño» de los muchachos tras el robo los delató, como quien pasa de la noche a la mañana de contar los kilos de arroz a andar derrochando como nuevos ricos.
Las autoridades aún investigan si hay más involucrados en el robo y qué fue exactamente del resto del dinero que no se ha podido recuperar. Los acusados podrían enfrentar cargos por robo con fuerza y otros delitos agravados, en un proceso que, según fuentes locales, ya está en marcha.
Este caso vuelve a encender las alarmas sobre la inseguridad ciudadana en La Habana, en especial en zonas como Boyeros, donde cada vez es más común escuchar historias de robos, asaltos y allanamientos. La falta de sistemas de seguridad básicos, sumada a la crisis económica generalizada, convierte a muchas viviendas en blancos fáciles para delincuentes desesperados o descarados.
En redes sociales, varios usuarios reaccionaron entre indignados y sarcásticos. Algunos cuestionaron la ingenuidad de guardar semejante cantidad de dinero en una casa sin protección. Otros pusieron el dedo en la llaga: “con dos millones de pesos no se vive, pero sí se mete tremenda fiesta… por un ratico”.
En una Cuba donde el salario no alcanza ni para una libra de pollo, y donde el valor del peso se pulveriza día tras día, este tipo de robos reflejan tanto la desesperación como la descomposición social que ha sembrado el régimen. No es solo delincuencia: es el síntoma de un país quebrado, donde la ley y el orden se tambalean igual que la economía.