A cuatro años del estallido popular del 11 de julio, el régimen cubano vuelve a desempolvar su retórica militarista como si el país no estuviera al borde del colapso. Esta vez, las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR) decidieron salir a “celebrar” el aniversario de aquellas protestas históricas no con reflexión ni humildad, sino con bravuconadas en redes sociales y un tono de guerra contra su propio pueblo.
Desde sus cuentas oficiales, los mandos del Ejército Oriental y Occidental publicaron mensajes cargados de propaganda, pintando al régimen como invencible y al pueblo como un bloque sumiso y agradecido. Nada más lejos de la verdad.
“Nadie va a derrotarnos, nunca nos vamos a rendir”, lanzó sin pudor el Ejército Oriental en su cuenta de Facebook. Frases recicladas como “un pueblo que enarbola la bandera de la estrella solitaria” y el ya gastado #CubaEstáFirme, adornaron una publicación que parece más sacada de un manual soviético que de la realidad cubana.
Lejos de recordar a los presos, heridos, exiliados o incluso al único muerto confirmado de aquella jornada, las FAR prefieren inflar el pecho y jurar lealtad ciega al Partido Comunista, como si la represión brutal del 11J no hubiese ocurrido o, peor aún, estuviera justificada.
Por su parte, el Ejército Occidental también se sumó al coro, colgando videos y mensajes donde promete seguir “preparándose con firmeza” para defender la patria. Pero cuando hablan de “defender al pueblo”, olvidan convenientemente que fueron ellos quienes salieron con palos, escudos y armas a golpear a los manifestantes que, pacíficamente, pedían libertad y comida.
No hay una sola mención a la causa real de aquel estallido: la desesperación por la falta de alimentos, medicinas, electricidad y libertad. Nada sobre los menores de edad encarcelados, los juicios sin garantías ni las condenas absurdas que vinieron después. Solo más delirio militarista y culto al poder.
En paralelo, Díaz-Canel —cada día más desconectado de la realidad— tuiteó que “Cuba está firme porque somos un pueblo que sabe pelear; por tener la fibra de los cimarrones y mambises”. Un intento desesperado de apropiarse de símbolos de resistencia para justificar su dictadura.
El régimen sigue insistiendo en que el 11J fue obra de “agentes externos” y no una rebelión espontánea del pueblo. Pero los cubanos, dentro y fuera de la isla, saben muy bien lo que pasó ese día y quién dio la orden de combate desde la televisión nacional.
Mientras el gobierno gasta recursos en montar campañas mediáticas, desde el exilio se conmemora el 11J con dignidad. En Madrid, activistas por la libertad en Cuba marcharon este jueves en honor a quienes alzaron su voz ese día, muchos de los cuales siguen presos o perseguidos.
También en abril, el Festival Internacional de Cine de Miami estrenó La noche eterna de Cuba, un documental que pone en primer plano la represión, la miseria y el éxodo masivo desatado tras las protestas del 11J. El filme sigue de cerca la historia de cinco cubanos durante dos años de represión estatal y penurias cotidianas.
Ese 11 de julio de 2021, el joven Diubis Laurencio Tejeda fue asesinado a tiros por la policía en La Güinera. Otro manifestante, Osiris Puerto Terry, también recibió varios disparos mientras protestaba pacíficamente en Diez de Octubre. Nadie ha rendido cuentas por estas muertes.
Además, al menos cuatro presos políticos han fallecido bajo custodia del Estado desde entonces, en condiciones inhumanas y con total impunidad. Todo esto mientras el castrismo se atreve a hablar de “lealtad” y “sacrificio”.
Hasta hoy, más de mil cubanos permanecen presos por motivos políticos, según organizaciones como Prisoners Defenders. Aunque en enero el régimen anunció la excarcelación de 553 personas, muchos de ellos ya debían estar libres por derecho o eran presos comunes, una jugada más para maquillar cifras y reducir presión internacional.
Los que han salido, lo han hecho bajo estricta vigilancia, amenazados con regresar a prisión si se desvían un centímetro del guion oficial. Porque en Cuba, ser libre es solo un préstamo condicionado a la obediencia.
Mientras el régimen juega a ser invencible y se esconde detrás de uniformes y consignas huecas, el pueblo sigue sufriendo, resistiendo y soñando con una Cuba sin cadenas ni caudillos. El 11J no fue el final, fue el comienzo. Y aunque intenten borrarlo con propaganda, la memoria del pueblo es más fuerte que sus tanques.
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