Un día después de ser marcado con el dedo por Estados Unidos, Miguel Díaz-Canel salió en redes a repetir el mismo disco rayado de siempre: que si la independencia, que si el imperio, que si la salud y la educación gratuitas. Pero la realidad no se tapa con un tuit, por muy patriótico que suene. El gobernante designado por el castrismo reaccionó con una mezcla de arrogancia y victimismo, intentando vender como heroísmo lo que en verdad es represión maquillada de soberanía.
“Lo que molesta a EEUU de Cuba es la verdadera independencia…”, escribió en su cuenta de X, mientras le prohibían la entrada a territorio estadounidense por graves violaciones a los derechos humanos. La sanción, anunciada oficialmente por el Departamento de Estado, también alcanza a sus familiares más cercanos. Y no es simbólica: es una señal clara de que Washington no piensa hacerse de la vista gorda ante la violencia con la que el régimen aplastó al pueblo el 11 de julio de 2021.
Ese día, miles de cubanos salieron a la calle a gritar lo que llevaban años callando. “¡Libertad!” fue el grito que reventó el muro del miedo. La respuesta del régimen: golpes, arrestos y un aparato represivo que actuó con brutalidad, sin pudor y con total impunidad. Cuatro años después, las cuentas aún no están saldadas, pero al menos desde el norte están dejando claro que los verdugos también tendrán su turno.
El canciller Bruno Rodríguez, como era de esperar, salió a repetir su libreto de siempre, hablando de “guerra económica” y “hostilidad imperial”. Y el vicecanciller Carlos Fernández de Cossío no se quedó atrás, asegurando que la sanción era un “honor”. Pero lo que realmente retratan esas reacciones es el cinismo de un poder que prefiere el aplauso interno al respeto internacional.
Díaz-Canel, en su publicación, intenta revivir el gastado cuento de que Cuba no se rinde, no privatiza y no obedece. Pero esa narrativa ya no cuela. Porque el cubano de a pie está cansado de vivir en ruinas mientras los dirigentes hablan de independencia. ¿Independencia de qué, si ni siquiera pueden garantizar leche para los niños o medicamentos en los hospitales?
El propio pueblo se encargó de desmontar la farsa. En los comentarios al tuit presidencial, el rechazo fue claro, espontáneo y contundente. Un usuario, @charles_ghost7, le lanzó la pregunta que muchos se hacen: “¿En serio sales hablando de salud y educación cuando no hay medicamentos y las instituciones se caen a pedazos? El teatro no dura para siempre”.
Otro usuario, Abel Cartaya, fue más allá: “¿Cuál independencia? Si extorsionan a los cubanos dentro para que los de afuera los mantengan. Y eso de salud y educación ‘gratuitas’… mejor no hablemos de lo malas que son”. Mientras que Daniel Ramírez (@Daniel8804RV) cerró con lo que muchos quisieran gritarle en la cara al mandatario: “Acábate de largar y deja que Cuba sea libre. ¡Patria y Vida!”
En paralelo, Estados Unidos también actualizó su Lista de Alojamientos Prohibidos en Cuba, agregando once hoteles controlados por el conglomerado militar GAESA. Una movida que busca cortar el financiamiento directo al corazón económico del aparato represivo.
Y es que, aunque el castrismo pretenda borrar el 11J del relato oficial, la comunidad internacional no ha olvidado. Organizaciones como Justicia 11J han documentado más de 1 500 detenciones arbitrarias tras las protestas, muchas seguidas de juicios express y condenas desproporcionadas.
El mensaje que dejó el tuit de Díaz-Canel no fue de fortaleza, sino de desesperación disfrazada de firmeza. Porque cuando un líder tiene que repetir una y otra vez lo “independiente” que es su país, es porque ya ni sus propias palabras lo sostienen.
El régimen está cada vez más solo, cada vez más torpe en su retórica, y más lejos de un pueblo que no quiere sobrevivir a base de consignas, sino vivir con dignidad.
