El régimen cubano vuelve a mostrar su rostro más crudo con otra tragedia que desnuda el abandono y el deterioro de las viviendas en la capital. Esta vez, el saldo fue la muerte de Roberto Álvarez Castillo, un hombre de 60 años que terminó sepultado bajo los escombros de un edificio en ruinas en Santo Suárez, un barrio habanero que, como tantos otros, sobrevive en medio del olvido.
Pasada la medianoche, los rescatistas encontraron el cuerpo sin vida entre los restos del edificio de tres plantas ubicado en la calle San Bernardino. Según la prensa oficialista, los familiares de la víctima recibieron asistencia médica y el típico discurso burocrático de las autoridades. Pero la realidad es que ni toda la atención del mundo borra el hecho de que este desastre pudo evitarse.
Luego de identificar a la víctima, los equipos suspendieron la búsqueda. El teniente coronel Omar Herrera, de la Policía Nacional Revolucionaria, afirmó que, gracias a los perros rastreadores, los bomberos y los testimonios de dos personas que lograron salir con vida, se descartó que hubiese más personas atrapadas. Ahora, dicen, procederán a demoler lo que queda en pie… cuando ya es demasiado tarde.
Lo más doloroso es que esta muerte no es un caso aislado, sino parte de una cadena de desastres que el régimen intenta tapar con comunicados fríos y desinformación. Con la muerte de Roberto, ya suman cuatro las víctimas fatales en apenas dos días, producto de derrumbes en edificios multifamiliares de La Habana. El viernes anterior, tres personas perdieron la vida cuando colapsó otra estructura en Monte 722, en plena Habana Vieja.
El régimen, que invierte millones en hoteles vacíos y propaganda ideológica, sigue ignorando la emergencia habitacional que sufren miles de familias cubanas. La vida en estos edificios se convierte en una ruleta rusa donde la muerte puede llegar de golpe, sin aviso, con el crujido de una viga podrida que no aguantó más el peso del abandono.
¿Cuántos muertos más harán falta para que dejen de esconder el desastre bajo la alfombra? La Cuba oficialista se cae a pedazos, literalmente, mientras los de arriba se hacen los sordos y los de abajo pagan con sangre la ineficiencia y el desprecio del poder.