¿Te imaginas llevar a tu hijo enfermo al médico y terminar viviendo una pesadilla? Eso fue exactamente lo que sucedió en Camagüey, donde un niño de apenas dos años perdió la vida en medio de lo que muchos llaman una cadena de errores médicos. La noticia ha sacudido a toda la comunidad y ha dejado a los cubanos con más preguntas que respuestas.
Resulta que todo comenzó en un policlínico de la zona. Allí, el pequeño fue atendido por un médico residente que estaba completamente solo en el cuerpo de guardia. Sí, solo, sin ningún especialista que lo respaldara, algo que rompe por completo los protocolos que exige el sistema de salud cubano. Lo peor es que este médico no remitió al niño al hospital pediátrico, a pesar de que la situación lo ameritaba.
Los padres, angustiados, no tuvieron otra opción que llevar por sus propios medios al niño al hospital pediátrico… ¡al día siguiente! Imaginen la desesperación de esa familia teniendo que esperar sin saber exactamente qué le pasaba a su hijo.
Pero ahí no terminó el calvario. En el hospital, en vez de recibir una atención más profunda, el niño no fue sometido a análisis clínicos ni se le dio un diagnóstico claro. Lo mandaron de vuelta a su casa como si nada grave estuviera pasando. Horas después, el pequeño comenzó a vomitar sangre. Fue ahí cuando la tragedia se consumó: murió por complicaciones asociadas al dengue hemorrágico, una enfermedad que exige atención médica urgente y especializada. Un diagnóstico tardío que terminó costándole la vida.
Una fuente cercana al sector de Salud Pública confirmó que hubo fallos garrafales en el manejo del caso. Desde la ausencia de personal capacitado en el primer nivel de atención, hasta la falta de exámenes clínicos indispensables en el hospital pediátrico. Errores que, tristemente, parecen cada vez más frecuentes.
La gente en Camagüey está furiosa y exige respuestas. Quieren una investigación seria y que los responsables paguen las consecuencias. Porque cuando hablamos de la vida de un niño, no puede haber margen para la negligencia.
Y es que este caso no es un hecho aislado. Se suma a una preocupante lista de denuncias que apuntan a las serias deficiencias del sistema de salud en Cuba. Un sistema golpeado por la escasez de recursos, la falta de personal especializado y la poca supervisión. Y la realidad es que, detrás de cada caso, hay familias destrozadas que exigen justicia.
Hasta ahora, el Ministerio de Salud Pública no ha abierto la boca sobre lo que pasó. Y la gente sigue esperando algún pronunciamiento oficial que, quizás, nunca llegue.
El año pasado, otros casos estremecieron al país. En La Habana, un niño de 11 años murió porque le diagnosticaron mal un cuadro viral, cuando en realidad tenía una apendicitis perforada. En Santiago de Cuba, un bebé de apenas dos meses falleció poco después de recibir una vacuna, en un caso donde tampoco se realizaron estudios clínicos ni hubo la vigilancia médica necesaria.
Médicos y expertos que han hablado con medios independientes, como CiberCuba, aseguran que estas tragedias son la punta del iceberg. Detrás hay problemas estructurales enormes: falta de médicos especialistas, escasez de equipos y un sistema de supervisión que simplemente no está funcionando como debería.
Las consecuencias de estas fallas son enormes: diagnósticos hechos a la ligera, demoras en hospitalizar a pacientes que lo necesitan con urgencia y cero seguimiento después de darles el alta. En resumen: vidas en riesgo y familias pagando las consecuencias.
Es doloroso, pero cada nueva historia es un recordatorio de que, en Cuba, la salud pública atraviesa una crisis profunda. Y mientras tanto, la gente sigue preguntándose: ¿hasta cuándo?
