La escena se repite con tanta frecuencia que ya no sorprende: una rastra envuelta en llamas cerca del poblado de Gaspar, en Ciego de Ávila, sumando otro capítulo al rosario de accidentes que sacuden las carreteras cubanas. Afortunadamente, no hubo pérdidas humanas, pero sí un buen golpe al bolsillo de alguien, porque el incendio acabó con el vehículo y su carga.
Las imágenes, que circularon este sábado en el grupo de Facebook ACCIDENTES BUSES & CAMIONES por más experiencia y menos víctimas, muestran la magnitud del fuego. Según lo compartido, la rastra pertenecía a una mipyme que trabaja bajo contrato con la estatal Transmarco, en Los Pinos, Arroyo Naranjo. Como en muchos otros casos, el negocio privado va, pero siempre bien amarrado al cordón umbilical del Estado.
Un testigo que comentó en la publicación aseguró que el chófer hizo hasta lo imposible por apagar el fuego. “Gastó su extintor y un yutonero le dio dos más, pero no hubo forma de apagarla”, explicó. Las causas oficiales del incendio aún están en el aire —o mejor dicho, en el silencio habitual de las autoridades, que solo hablan cuando les conviene.
Mientras tanto, las carreteras cubanas se han convertido en verdaderas trampas mortales, y las rastras protagonizan cada vez más accidentes. Solo en las últimas horas se han reportado varios incidentes con estos pesados vehículos. Uno se volcó cerca del Cupet de 24 y Dolores, en 10 de Octubre, La Habana. Allí, algunos usuarios en redes especularon que el vuelco se debió a un giro cerrado con la carga desbalanceada, algo que es pan de cada día en un país donde el mantenimiento brilla por su ausencia.
Otro accidente ocurrió en Holguín, en la temida Loma de Rejondones, donde el conductor —identificado como Jorgito, natural de Cárdenas, Matanzas— perdió la vida tras volcar su rastra. El hombre trabajaba como chófer en Almacenes Universales S.A., en Varadero. Su muerte ha dejado una estela de dolor entre familiares, amigos y compañeros que lo recuerdan como “tremendo chofer y mejor padre”.
También este sábado, otra rastra se viró en el kilómetro 126 de la Autopista Nacional. En esa ocasión, por suerte, solo se reportaron daños materiales. Testigos contaron que el camión se desestabilizó y acabó de lado, tirado como un trapo viejo al borde de la vía. Algunos achacan el accidente a que el chofer pudo haberse quedado dormido, aunque —como siempre— no hay información oficial al respecto.
Lo que sí está claro es que los accidentes con rastras en Cuba ya no son hechos aislados: son parte de un problema estructural que el régimen ignora olímpicamente. Fallas mecánicas, exceso de velocidad, fatiga de los conductores, vías llenas de huecos y sin señalización… todo eso crea el cóctel perfecto para que estas tragedias se repitan una y otra vez.
Mientras el gobierno sigue invirtiendo en hoteles cinco estrellas y “ciudades del turismo” para extranjeros, los cubanos siguen montándose en camiones que son una ruleta rusa sobre ruedas. Y la única respuesta oficial es el silencio o el clásico “se investigan los hechos”.
Cuba arde, se vuelca y se desangra en sus carreteras… mientras el régimen sigue mirando para otro lado.