Tres años han pasado desde aquella noche en que el cielo de Matanzas se tiñó de rojo fuego, humo tóxico y angustia colectiva. El incendio en la Base de Supertanqueros, uno de los peores desastres industriales de la historia reciente de Cuba, dejó heridas profundas en la memoria del país. Y aunque ya han pasado más de mil días, la historia todavía está lejos de tener un punto final. Hoy, entre andamios, grúas y cascos amarillos, Cuba y China tratan de levantar nuevos tanques… pero sin fecha clara de cuándo todo estará listo.
A casi tres años de aquella catástrofe, las obras de reconstrucción avanzan, pero a paso lento. Y no es para menos. La crisis económica que azota a Cuba y su dependencia de tecnología extranjera lo complican todo. Eso sí, el empeño no falta: entre brigadas cubanas y operarios chinos, se están levantando cuatro nuevos depósitos que prometen devolver parte de la capacidad de almacenamiento perdida.
El periódico local Girón fue el encargado de traer las primeras buenas noticias. Según contaron, ya están en construcción los tanques 88, 49-1, 86 y 87. El famoso tanque 88, que está a cargo de fuerzas cubanas, ha logrado avanzar hasta un 60% de ejecución. Mientras tanto, los otros tres están en manos de brigadas chinas, que trabajan en estructuras distribuidas en dos explanadas distintas. Todo un cambio respecto a los antiguos tanques, que estaban apiñados unos junto a otros.
“El proyecto está avanzando… estamos en la fase de terminación mecánica para después pasar a la de pintura”, explicó Richard Daniel Martínez Sánchez, ingeniero al frente de la Dirección Integrada de Proyectos. Porque claro, después de tanto dolor, lo mínimo que se busca es que la nueva terminal no solo sea funcional, sino también más segura.
Y hablando de seguridad, la Empresa Comercializadora de Combustibles (CUPET) está metida de lleno en la inversión. Además de los tanques, están asfaltando siete kilómetros de accesos, cercando dos kilómetros de perímetro, y dándole un aire más moderno al lugar. También habrá más espacio entre tanque y tanque, y sistemas nuevos de pararrayos. Porque si algo quedó claro después de 2022, es que el fuego no perdona improvisaciones.
Fuego, pérdidas y duelo nacional
Retrocedamos un momento al 5 de agosto de 2022. Bastó una descarga eléctrica para encender un tanque repleto de crudo, desatar una reacción en cadena y convertir la Base de Supertanqueros en un infierno. Las llamas ardieron durante más de una semana, cobrando al menos 17 vidas, entre ellas bomberos y rescatistas, e hiriendo a decenas.
Familias enteras vivieron días de puro terror, sin saber nada de sus seres queridos atrapados entre llamaradas y humo negro. Las redes sociales se inundaron de fotos, rezos y gritos virtuales de auxilio. Fue una herida tan profunda que, para muchos cubanos, sigue abierta.
Más allá del drama humano, el impacto logístico fue brutal. El incendio se llevó por delante la mitad de la capacidad de almacenamiento de combustible en la isla. Se perdieron 200 mil metros cúbicos de espacio para guardar crudo. Y eso, en un país que ya vivía sumido en apagones y crisis energética, fue un golpe durísimo. Afectó desde la electricidad hasta el transporte público y la vida diaria de millones de cubanos.
Reconstrucción sin fecha de estreno
Hoy, aunque hay avances, nadie se atreve a decir cuándo terminará la obra. En febrero pasado, CUPET compartió en redes sociales un parte escueto que hablaba de los avances… y de los retrasos. La falta de materiales, la crisis económica y la dependencia de tecnología extranjera, especialmente de China, han puesto freno a cualquier pronóstico optimista.
Para abril de 2024, las imágenes oficiales solo mostraban la base de hormigón del tanque 88. La soldadura vertical y la instalación de muros cortafuegos seguían siendo el gran “cuello de botella”.
Aunque inicialmente se había dicho que solo se construirían dos tanques nuevos por seguridad, el informe más reciente confirma que se están levantando cuatro. Y todos contarán con cubetos de retención y mayor separación entre ellos, para evitar que se repita una catástrofe de igual magnitud.
Entre llamas y futuro
Para muchos cubanos, el incendio de Matanzas sigue siendo un símbolo de vulnerabilidad, improvisación y promesas oficiales que no terminan de cumplirse. Hoy, esos nuevos tanques se alzan como cicatrices de acero, entre andamios y chispas de soldadura. Pero más allá del cemento y el hierro, lo que la gente sigue esperando son certezas.
¿Cuándo estarán listos los tanques? ¿Qué se ha hecho para que no vuelva a ocurrir algo así? ¿Cuánto ha costado, en dinero, vidas y memoria colectiva, esta tragedia?
La reconstrucción avanza, sí. Pero la llama simbólica de aquel desastre sigue encendida en la memoria de Cuba. Y hasta que no se cierren todas esas preguntas, el capítulo de la Base de Supertanqueros seguirá abierto.
