Una joven cubana se cansó de los cuentos del régimen y decidió desmontar, desde su cocina, la gran mentira oficial de que “en Cuba nadie pasa hambre”. Con solo 1.500 pesos en el bolsillo —el equivalente a la pensión mínima de un jubilado en la isla— salió a la calle y documentó lo que pudo comprar: una bolsita de fideos y un pomo de aceite. Nada más.
Así lo mostró la usuaria de TikTok @yaneisycanta_98, que además de compartir videos musicales, usó su plataforma para darle voz a una realidad que muchos prefieren callar. En su clip, grabado con tono sarcástico pero cargado de denuncia, aclaró que la carne que le echó a la sopa venía de antes. “Si fuera por los 1.500 pesos, la sopa vendría sola y clara”, soltó con ironía, mientras agregaba unas gotas de limón “porque el limón es la base de todo”, recordando aquella frase infame de Díaz-Canel que todavía hoy provoca rabia y burlas.
La intención de su video fue clara: mostrar lo que realmente enfrenta un cubano de a pie, especialmente los más vulnerables: los viejitos que dieron toda su vida al país y hoy viven en la miseria.
Las reacciones no se hicieron esperar. Mientras una parte del público la aplaudía por su valentía y claridad, otros intentaron desacreditarla fijándose en su apariencia, en si tenía las uñas arregladas o si “se veía muy bien para estar pasando hambre”. Pero ella no se dejó intimidar. “No estoy pidiendo dinero, ni limosnas. Solo estoy mostrando lo que muchos no quieren ver”, respondió contundente.
A partir del video, la crítica se trasladó al terreno político, donde muchos apuntaron con razón al sistema comunista como el gran culpable del hambre y la pobreza en Cuba. Comentarios como “eso es el comunismo: lo que toca lo destruye” o “así quieren ver a Venezuela los comunistas” inundaron la publicación. Desde distintos rincones del mundo, también llegaron mensajes de apoyo y preocupación: “Espero que las cosas mejoren para tu país”, escribió un usuario desde EE.UU.; mientras otros, desde Venezuela o Chile, veían en el caso cubano un espejo peligroso.
Y es que los datos no mienten, aunque el castrismo insista en esconderlos. La propia Oficina Nacional de Estadística e Información (ONEI) ha publicado cifras que dan pena: el salario medio mensual ronda los 17 dólares al cambio informal, y la pensión mínima apenas supera los 4 dólares. Cuatro. En todo un mes.
Una investigación reciente de la ingeniera y activista Yulieta Hernández Díaz reveló la magnitud del desastre: un jubilado cubano puede comprar, con lo que le pagan por hora, apenas cuatro gramos de arroz o 2.6 mililitros de aceite. Ni siquiera alcanza para medio huevo. Así de cruda es la realidad.
Otras denuncias similares han mostrado que con esos mismos 1.500 pesos no se puede comprar más que un pomo de aceite o un puñadito de arroz con algo de picadillo de mala calidad. Lo básico se ha vuelto un lujo inalcanzable para la mayoría.
En ese contexto, la frase “la sopa vendría sola y clara” se convirtió en un símbolo de esa vejez desamparada, sin techo digno, sin comida segura, sin respeto. Una vejez a la que el régimen le falló después de exprimirla durante décadas en nombre de una revolución que jamás cumplió.
El video de @yaneisycanta_98 no es solo una denuncia: es un grito de auxilio desde la olla vacía, desde la cocina apagada, desde la nevera hueca. Y es también una bofetada para ese discurso oficial que se atreve a hablar de igualdad mientras sus ancianos sobreviven con agua, fideos y migajas.