La comunidad del exilio cubano volvió a alzar la voz este domingo, y lo hizo justo frente a la sede central de Cubamax Travel en Hialeah, Florida. Esta vez, la protesta estuvo dirigida a denunciar los supuestos vínculos de la empresa con el régimen cubano y exigir justicia para los presos políticos que hoy pudren en las cárceles del castrismo.
En plena calle, entre pancartas, gritos y banderas, los manifestantes acusaron a Cubamax de haber suministrado tonfas y recursos represivos al aparato policial de la dictadura. Según sostienen, esos mismos equipos fueron utilizados por los esbirros del régimen durante la brutal represión de las protestas del 11 de julio de 2021, una jornada que marcó un antes y un después en la lucha del pueblo cubano por su libertad.
Cubamax en la mira
Fundada en 2001, Cubamax se presenta como una agencia que “une a la familia cubana” a través de servicios de viajes, remesas y envíos. Pero para muchos en el exilio, esa fachada no disimula lo que consideran una complicidad directa con los verdugos del pueblo.
Aunque las acusaciones aún no han sido confirmadas oficialmente por el gobierno de Estados Unidos, lo cierto es que el rechazo hacia Cubamax crece como la espuma, sobre todo después de que saliera a la luz que procesaban remesas a través de Orbit S.A., una entidad atada al entramado militar del régimen, bajo el paraguas de GAESA.
Vale recordar que GAESA —el pulpo económico de los militares en Cuba— fue sancionado por Washington a principios de año, y Orbit cayó junto con ellos en la lista negra del Departamento de Estado. Todo indica que Orbit no solo usaba la infraestructura financiera de CIMEX, sino que compartía información con ellos, dejándoles claro a todos que era más de lo mismo con otro nombre.
¿Reestructuración o cortina de humo?
En abril, Cubamax anunció la suspensión de sus servicios de remesas hacia la isla, alegando un supuesto proceso de reestructuración debido a “ajustes con las empresas distribuidoras en Cuba”. Pero no mencionaron ni una palabra sobre la lista de sanciones, ni sobre el elefante en la sala: que sus operaciones, en efecto, estaban beneficiando al aparato militar represivo que mantiene secuestrado al país.
Por eso, durante la protesta en Hialeah, los exiliados fueron claros: cada dólar que llega a Cuba a través de estas redes termina fortaleciendo al régimen, no a las familias necesitadas. Exigieron, además, que las autoridades estadounidenses investiguen a fondo el papel de agencias como Cubamax en el sostenimiento económico de la dictadura.
Silencio cómplice
Hasta la fecha, Cubamax no ha soltado prenda. No hay comunicado oficial, ni declaración pública, ni desmentido. Solo el silencio, el mismo que mantiene el régimen cuando se le acusa de torturar, reprimir y censurar a su pueblo.
La protesta en Hialeah fue, una vez más, el reflejo del hartazgo. De un exilio que no se conforma con ver pasar la historia desde lejos, y que sabe que en cada gesto, cada denuncia y cada protesta, se sigue escribiendo la historia de una Cuba que no se rinde.
Porque como dicen muchos de los que allí alzaron la voz: «el verdadero reencuentro de la familia cubana solo será posible el día que caiga la dictadura». Y para eso, primero hay que dejar de alimentar al monstruo.
