En otro intento por lavar la cara a su desastre, el régimen cubano ha anunciado con bombos y platillos la “recuperación paulatina” del Parque Lenin. Según dicen, tres atracciones del Parque Temático La Mariposa ya están listas para volver al ruedo este 26 de julio. Eso sí, “quizás no con la misma movilidad de antes”, advirtió Ernesto Hernández Cuello, director general de la Empresa Parque Lenin.
Y es que ya ni disimulan. El famoso barco pirata, el elefantico y el dinosaurio funcionarán a media máquina. Pero eso sí, alaban la labor de la Unión de Industrias Militares (UIM), como si fueran los salvadores de la niñez cubana. ¿A quién quieren engañar?
Un parque que se cae a pedazos
El Parque Lenin, inaugurado en 1972 como un espacio recreativo emblema del país, hoy no es más que una ruina disfrazada de centro cultural. La zona de conciertos está destruida, la montaña rusa es una trampa oxidada, y la estrella —aquella que una vez iluminó los sueños de los niños cubanos— ahora no es más que una chatarra.
“Tenemos 14 UEB, 11 de servicios gastronómicos y más de 9 restaurantes”, dice el director, como si eso bastara para esconder el abandono. También se aferra a las piscinas, al rodeo y a un tren que solo viaja dos veces al día con tres vagones, como si eso compensara el desastre.
Un pulmón verde… lleno de óxido
El discurso oficial sigue repitiendo que el parque es el “pulmón verde de La Habana”. Pero ese pulmón está enfermo, asfixiado por años de negligencia, mala gestión y una economía en bancarrota. Los inflables desaparecieron hace tiempo, los equipos se pudren por la humedad y el abandono, y la reapertura en abril de 2022 fue una decepción más para quienes aún guardaban un poco de fe.
Prometieron una recuperación total, pero la realidad fue otra: de 17 atracciones del Parque Mariposa, solo seis llegaron a funcionar… y por poco tiempo. El resto quedó en silencio, cubierto por maleza y olvido. Como casi todo en Cuba, lo que se anuncia con entusiasmo, muere entre apagones, colas y carencias.
Donde antes hubo alegría, hoy hay abandono
En un país donde el transporte es un suplicio diario, moverse hasta el Parque Lenin se ha vuelto un lujo o una tortura. No hay guaguas, no hay combustible, no hay planificación. Y cuando, por suerte o milagro, una familia logra llegar, se encuentra con instalaciones cerradas, sin aviso, sin respeto.
Y si la infraestructura está en ruinas, el panorama social es aún más alarmante. Personas en situación de calle han ocupado el lugar, y no faltan los reportes de problemas de salubridad, incluyendo excrementos humanos en plena zona recreativa. ¿Y qué hace el gobierno? Nada. Solo repite promesas vacías mientras el parque se desmorona frente a todos.
El parque como reflejo del país
Lo que ocurre con el Parque Lenin no es un hecho aislado. Es el reflejo perfecto de lo que pasa en toda Cuba: una administración incapaz de mantener ni lo más básico, una economía que no da para inflar un globo, y un pueblo cansado de que le pinten fantasías en medio del hambre.
El barco pirata puede volver a moverse, sí. El dinosaurio puede girar un poco. Pero la infancia cubana sigue atrapada en un país sin futuro, sin opciones, sin parques ni esperanzas.
Por mucho que intenten levantar el espectáculo, el óxido no se esconde con pintura. Y la vergüenza, tampoco.