El reconocido actor cubano Luis Alberto García no se quedó callado ante el delirio verbal que soltó la ministra de Trabajo y Seguridad Social, Marta Elena Feitó Cabrera, quien afirmó, sin sonrojarse, que en Cuba no hay mendigos, solo “personas disfrazadas de mendigos”.
La reacción del artista fue breve, contundente y cargada de indignación. Un mensaje que le puso voz al sentir de miles de cubanos que, con rabia y tristeza, ven cómo el régimen sigue negando la miseria que ellos mismos provocaron.
“Esto es muy serio. Ni un solo Diputado o participante en el CÓNCLAVE le salió al paso a la Ministro. Y termina saliendo el humito blanco por la chimenea del Palacio de Convenciones. De lo que se desprende que absolutamente todos los que estaban allí, piensan de igual manera y tienen la misma percepción de lo que nos rodea. Vamos muy mal, Camilo.”
Así escribió el actor, haciendo una clara alusión al silencio cómplice de una Asamblea Nacional de cartón, donde nadie se atreve a disentir, y todos aplauden como focas amaestradas cualquier disparate que diga la alta cúpula.
Un país disfrazado… pero de vergüenza
La frase de Luis Alberto “Vamos muy mal, Camilo” resuena con fuerza entre los cubanos. Evoca la figura de Camilo Cienfuegos, un símbolo de honestidad y cercanía con el pueblo, como contraste al cinismo de los burócratas de hoy.
Porque sí, mientras los de arriba se reparten discursos vacíos y promesas recicladas, el pueblo vive el drama real de la pobreza, de la desesperación, de los portales llenos de gente durmiendo entre cartones, de niños pidiendo comida en la esquina. Y todavía hay quien tiene la desvergüenza de llamarles “disfrazados”.
Luis Alberto García puso el dedo en la llaga, no solo por lo absurdo de las palabras de Feitó, sino por el silencio sepulcral de todos los que se suponen representantes del pueblo cubano. En esa sala no hubo ni una voz disidente, ni una mano levantada para decir “ministra, eso no es así”. Porque todos viven en la misma burbuja, en esa Cuba paralela que no conoce la cola del pollo ni el olor a latón caliente.
Pánfilo, el pueblo y la verdad
Las palabras del actor llegan justo cuando el humorista Luis Silva (Pánfilo) ha lanzado su explosiva parodia “No eran mendigos, estaban disfrazados”, desmontando con música y sátira el mismo disparate de la ministra. Entre la risa amarga del pueblo y la indignación de figuras como Luis Alberto, queda claro que la Cuba real no cabe en los discursos oficiales.
Mientras la dictadura se esfuerza en tapar el sol con un dedo, la miseria se desborda por cada esquina, y la gente —cansada y dolida— comienza a hablar. Desde el humor, desde la actuación, desde los portales donde duermen los “disfrazados”.
Porque lo que hay que disfrazar aquí no es la pobreza, es el fracaso absoluto del régimen. Y eso, por más maquillaje que le pongan en el Palacio de Convenciones, ya nadie se lo cree.