¡Respirar no debería ser un lujo, mi gente! Así lo gritan bien alto más de 400 cubanos y cubanas que ya han estampado su firma en una carta abierta que pone sobre la mesa el desastre ambiental que se está viviendo en Moa, Holguín, donde el polvo tóxico y los gases industriales tienen a medio mundo asfixiado y enfermo.
La movida la está liderando Yamilka Lafita Cancio, a quien muchos conocen en redes como Lara Crofs, una activista cubana que no se anda con cuentos y siempre está al pie del cañón por las causas que afectan al pueblo, sobre todo a los más humildes y a los niños, que son los que llevan la peor parte.
En la carta, que se ha hecho viral en Facebook, se lanza una frase que lo dice todo: “Respirar no debe ser un privilegio.” Y es que, aunque parezca mentira, en pleno siglo XXI hay cubanos que tienen que “coger lucha” hasta para inhalar aire limpio, mientras las industrias siguen forrándose de billetes a costa de su salud.
La gente está pidiendo a gritos soluciones reales, no paños tibios ni discursitos del régimen. Exigen una investigación ambiental independiente, sin manos metidas del gobierno cubano, y que se modernicen de una vez los filtros industriales que están obsoletos y no aguantan más. Además, reclaman transparencia total en los datos sobre la calidad del aire y las enfermedades respiratorias que cada día azotan más a la población. Y, por supuesto, atención médica urgente para las familias afectadas, que ya no saben a dónde acudir.
La carta también saca a relucir la hipocresía del régimen, porque mientras las plantas procesadoras de Moa llenan bolsillos ajenos, los vecinos viven rodeados de ríos contaminados, techos y calles cubiertas de polvo rojo y condiciones sanitarias de espanto.
“No queremos limosnas ni promesas vacías”, se lee en el documento. “Exigimos respeto, salud, aire limpio y justicia.” Porque bastante han aguantado ya los moenses, viendo cómo su pueblo se convierte en un lugar donde respirar es casi un acto de valentía.
Lara Crofs no piensa detenerse aquí. En su última publicación, hizo un llamado a seguir compartiendo la carta para llegar a mil firmas y así seguir poniendo el tema sobre la mesa. “Esto apenas comienza. Esta movilización no se va a detener,” escribió la activista, decidida a mantener viva la presión.
Por si quedaba alguna duda de lo serio que está el asunto, hace unos días una cubana desde Moa rompió el silencio —aunque pidió anonimato por miedo a represalias, porque ya sabemos cómo se las gasta el régimen— y describió su realidad como una pesadilla tóxica.
“Limpias la casa y en dos minutos está llena de polvo otra vez. Lo que escupes es negro. Es como si respiráramos veneno”, contó la mujer al periodista Mario J. Pentón, mostrando la desesperación que se respira en ese pueblo del oriente cubano.
Y mientras tanto, el Ministerio de Energía y Minas de Cuba tuvo que reconocer —porque la evidencia ya no se puede tapar— que en la planta Hornos de Reducción de la Empresa Comandante Ernesto Che Guevara, en Moa, se han registrado emisiones de polvo por encima de los límites legales. Una confesión que confirma lo que el pueblo lleva años gritando, aunque el régimen trate de maquillarlo.
¡Basta ya de veneno en el aire! El pueblo de Moa exige soluciones, porque en Cuba hasta respirar se ha vuelto un acto revolucionario.