El cielo de Matanzas se puso de gala este martes con un espectáculo de colores que dejó a más de uno mirando pa’ arriba con la boca abierta. Un fenómeno conocido como iridiscencia se hizo visible entre las nubes, y como era de esperarse, las redes sociales explotaron con fotos, comentarios y teorías de todo tipo.
Pero no fue magia ni Photoshop. El meteorólogo Henry Delgado Manzor se encargó de echarle ciencia al asunto. Desde su perfil en Facebook explicó que este fenómeno ocurre cuando la luz solar atraviesa un tipo de nube llamada Cirrocumulus, que está a más de 6 kilómetros de altura y compuesta por cristales de hielo. La interacción entre esos cristales y los rayos del sol crea reflejos multicolores, parecidos a un arcoíris, pero con formas más irregulares y menos intensas.
“La presencia del sol y de nubes Cirrocumulus, compuestas por cristales de hielo a gran altitud, son las causas de este hermoso fenómeno visual que se pudo observar en el cielo de Matanzas”, escribió Henry, que ya es casi una celebridad meteorológica en Facebook.
Y como los cubanos somos poetas naturales, los comentarios no se hicieron esperar. Algunos vieron belleza, otros bendiciones, y los más románticos se dejaron llevar por la emoción.
“¡Qué belleza! Gracias por compartirlo”, escribió Bárbara Rivera, mientras que Mila Marcos soltó: “Cuando creemos que lo hemos visto todo, siempre aparece Henry mostrando que aún falta mucho por ver.” Una seguidora lo dijo sin vueltas: “Siempre la naturaleza nos sorprende. Belleza natural.”
Pero la que se fue de pecho fue Sonia Camacho Lauzurique: “Para mí, es una bendición disfrutar estas imágenes. Gracias, Henry.” ¡Con esa respuesta, ni Changó lo habría dicho mejor!
Una Cuba natural que resiste… mientras el país se desmorona
Mientras el pueblo se maravilla con los cielos de colores, la realidad en tierra firme no pinta tan linda. En Artemisa, por ejemplo, un tornado arrasó con techos, árboles y la poca calma que les quedaba a los vecinos de Güira de Melena. Y en la Ciénaga de Zapata, una plaga de cangrejos invadió patios, cocinas y hasta trepó paredes, obligando a las familias a atrincherarse en sus casas como si fuera el apocalipsis crustáceo.
Como si fuera poco, el sargazo —ese visitante no deseado— sigue invadiendo las costas, afectando el ecosistema, espantando a los pocos turistas que aún se atreven a pisar la isla y complicándole la vida a los pescadores, ya bastante golpeados por la escasez y la ineficiencia del gobierno.
Naturaleza libre en una isla atrapada
En medio de tanta crisis y desastre cotidiano, la naturaleza sigue haciendo lo suyo, regalando momentos que nos conectan con lo sublime, aunque solo sea por unos segundos. Porque ni los apagones, ni el hambre, ni la represión pueden apagar un cielo que se pinta de arcoíris cuando le da la gana.
Quizás por eso, estos fenómenos nos conmueven tanto: nos recuerdan que, a pesar del abandono, la censura y el desastre económico, Cuba aún tiene belleza. Solo que no la administran los burócratas del Partido, sino el universo.
