En La Lisa, La Habana, la vida de Romelio Martínez Zamora es una lucha diaria contra la desesperanza y el silencio. Desde hace nueve meses, este padre cubano busca sin descanso a su hija, Misleydis Martínez Aleaga, desaparecida desde el 18 de octubre de 2024.
“Yo lo único que quiero es saber si está viva,” suelta Romelio con la voz cargada de angustia, en declaraciones a CubaNet, el medio independiente que ha sacado su historia a la luz.
Misleydis, de 49 años, padece esquizofrenia, enfermedad que la ha llevado más de una vez a ingresar en el Hospital Psiquiátrico de La Habana, conocido como Mazorra. Aunque en otras ocasiones había desaparecido y regresado gracias a la Policía, esta vez ni rastro de ella.
“La Policía dice que no la encuentra, que no aparece por ninguna parte,” lamenta Romelio, atrapado entre la tristeza y el coraje.
Un Estado que da la espalda
Como si no bastara con la angustia de perder a su hija, Romelio enfrenta otro golpe cruel del sistema cubano: el régimen decidió cortarle la chequera de asistencia social a Misleydis.
“A ella le daban 2,600 pesos, que eran para ella y para su hijo. Se los quitaron sin pensar que ese dinero también es de su hijo, que es menor de edad y no tiene padre,” denuncia Romelio, sin pelos en la lengua.
Ahora, además de seguir buscando a su hija, este hombre mayor tiene que mantener a su nieto, un niño que ha quedado prácticamente desamparado.
“Tenían que haberlo llevado para alguna institución del Estado,” cuestiona Romelio, denunciando la ineficiencia y la frialdad de las instituciones que tanto se llenan la boca hablando de “justicia social.”
Desapariciones que nadie quiere ver
Lo de Misleydis no es un caso aislado. Su nombre se suma a una lista creciente de desaparecidos en Cuba, un tema del que el régimen prefiere no hablar ni publicar datos oficiales.
En la isla no existen protocolos claros de búsqueda, ni bases de datos públicas, ni sistemas efectivos que garanticen que las familias tengan respuestas. Es como si los desaparecidos se los tragara la tierra… y el Estado se lavara las manos.
Colectivos independientes como YoSíTeCreo en Cuba o el Observatorio de Género de Alas Tensas han sido los únicos en darle visibilidad a estos casos, especialmente cuando se trata de mujeres y niñas. Porque para el gobierno, pareciera que las vidas de estas personas no cuentan, mientras sigan manteniendo la fachada de “potencia médica y social.”
El grito de un padre
Mientras tanto, Romelio sigue ahí, plantado firme, con la mirada fija en el horizonte y un solo deseo: saber la verdad sobre su hija.
“Yo lo que quiero es saber si está viva,” repite, con esa mezcla de dolor y valentía que caracteriza a tantos cubanos que, a pesar de todo, no se rinden.
Y es que en un país donde las instituciones fallan y el gobierno es experto en esconder los problemas bajo la alfombra, la única esperanza real sigue siendo la voz de quienes se niegan a callar.
