Desde las calles de La Habana, entre esquinas oscuras, miradas esquivas y celulares que graban sin pudor, emerge una historia que duele. No es un meme. No es contenido para viralizar. Es una vida rota. Una madre. Una hija. Una muchacha cubana a la que muchos conocieron por su sonrisa enorme y su talento para el arte. Hoy, el barrio la llama “la flaca busca plata”, y en redes no faltan quienes se burlan de ella como si se tratara de una caricatura.
Pero detrás de ese apodo que circula por TikTok y Facebook, hay una historia de dolor, abandono y adicción, que está clamando a gritos una segunda oportunidad.
Una joven llena de luz… antes del derrumbe
Quienes la conocen de verdad no hablan de una “loca callejera”, sino de una joven sencilla, carismática, de esas que iluminaban un cuarto con solo entrar. Con una imaginación desbordante, talento para el dibujo y el diseño, logró incluso incursionar en el modelaje, desafiando con su estilo único a los estereotipos de la moda cubana.
También es madre. Tiene una niña hermosa, que hoy queda bajo el cuidado exclusivo de su abuela, una mujer que sufre en silencio viendo cómo su hija se consume, mientras afuera muchos se dedican a grabarla, humillarla y burlarse de su desgracia.
Las redes, ¿ventana o verdugo?
El video de la joven en estado crítico, vagando por las calles habaneras, se volvió viral en cuestión de horas. Pero en lugar de generar empatía o compasión, lo que trajo fue más morbo, más burlas y más tráfico para quienes lucran con el dolor ajeno.
Una persona cercana, que decidió alzar la voz desde sus redes, pidió que se ponga freno a esta ola de crueldad y se mire con humanidad a quien hoy lucha contra un infierno que puede atrapar a cualquiera: la drogadicción.
“No soporto más ver a algunos utilizar las redes para denigrar a un ser humano que ha tocado fondo, mientras su familia sufre”, escribió, con un mensaje que hoy retumba entre quienes aún creen que las redes pueden servir para algo más que entretener.
El grito por ayuda que no se puede ignorar
Esta muchacha no es un caso aislado. Es el reflejo de una Cuba que no tiene políticas reales para tratar las adicciones, donde las drogas ganan terreno y los más vulnerables terminan pagando con su vida y su salud la falta de atención y prevención.
Quienes la conocieron no dejan de repetirlo: no siempre fue así. Era alegre, noble, creativa. Tenía sueños, planes, una familia que la quería y la apoyaba. Pero el vicio se la llevó, la Habana la tragó y hoy solo queda la esperanza de que alguien extienda una mano antes de que sea demasiado tarde.
No más burla, no más morbo: urge ayuda
A quienes siguen compartiendo sus videos para reírse, este mensaje es claro: basta ya. No se lucra con la miseria de otro ser humano. No se pisotea a quien ya está en el piso. El llamado ahora es a usar esas mismas redes, pero con sentido: para visibilizar, para pedir ayuda, para que esta historia no termine con una muerte más sin justicia ni atención.
Ella no es “la flaca que busca plata”. Es una mujer que necesita ayuda urgente.
Quizá algún médico, terapeuta, institución, o simplemente alguien con corazón, vea este grito desesperado. Y entonces sí, quizás podamos decir que las redes sirvieron para algo bueno.
Porque en medio del colapso social que vive Cuba, salvar una vida ya sería un acto de resistencia.
