En cuestión de horas, la ahora exministra de Trabajo y Seguridad Social de Cuba, Marta Elena Feitó, pasó de negar la existencia de mendigos en la Isla a convertirse en el hazmerreír nacional y, finalmente, en otra ficha removida del tablero.
Todo empezó con una frase tan absurda como ofensiva: según Feitó, en Cuba no hay personas en situación de calle, sino gente que se “disfraza de mendigo” para pedir dinero, muchas veces —según ella— con el único objetivo de comprar alcohol. Y para rematar, aseguró que quienes hurgan entre la basura lo hacen de forma ilegal, como si fuera un crimen buscar algo que comer.
No fue un desliz, fue una bofetada
En un país donde la pobreza se respira en cada esquina, las palabras de Feitó sonaron a burla cruel. Y el pueblo, que ya no traga cuentos, reaccionó con furia. Memes, parodias, canciones virales, sátira encendida… Las redes sociales se llenaron de creatividad, pero también de rabia. Porque reír duele menos que llorar, pero no borra el hambre.
Feitó, vestida de traje, apareció en cientos de montajes virtuales limpiando parabrisas en La Habana, rebuscando en un contenedor con una taza de La Mesa Redonda o repartiendo frases cínicas desde lo alto de su burbuja burocrática.
El humor fue el puñal, pero la presión fue el golpe mortal. Al día siguiente del escándalo, la ministra renunció. Dicen que fue “a solicitud propia”, pero todos sabemos que eso en Cuba significa que alguien más le bajó el dedo. El Buró Político y el Consejo de Estado no tardaron en oficializar la caída, intentando así apagar un incendio que se les salió de control.
El hashtag que la sacó del cargo
Mientras los medios oficialistas seguían en modo silencio, #BájateDelCarroYDimite se volvió tendencia. Era una mezcla de burla, exigencia ciudadana y una verdad evidente: hay funcionarios disfrazados de ministros, como dijo uno de los humoristas que se sumó al escarnio.
Desde Luis Silva hasta Rigoberto Ferrera, pasando por usuarios anónimos que convirtieron el desastre en carnaval digital, el mensaje fue uno solo: en Cuba la pobreza no se disfraza, la pobreza se vive, se padece y se ignora desde el poder.
Una dimisión que no arregla nada
El régimen intentó hacer control de daños. Sacaron a Feitó como quien lanza un anzuelo para desviar la atención. Pero nadie se tragó la carnada. Porque la exministra no inventó el discurso, solo lo dijo en voz alta. Detrás de sus palabras está un sistema que desde hace años mira al pueblo desde arriba, sin entenderlo, sin sentirlo, sin sufrirlo.
Ella fue solo el rostro de una estructura insensible. Su salida no soluciona nada. Los portales siguen llenos de gente durmiendo, los basureros siguen siendo mercados improvisados, y el hambre sigue tocando a la puerta de millones.
En Cuba, la miseria no necesita disfraz. Y el cinismo del poder, tampoco.