Desde la tranquilidad de su nueva vida en Florida, Alejandro Fernández Feitó, hijo de la exministra cubana Marta Elena Feitó Cabrera, rompió el silencio y se desmarcó completamente del sistema que su madre defendió hasta el último segundo. El joven, que llegó a Estados Unidos en 2024 gracias al parole humanitario impulsado por la administración Biden, no se guardó nada.
“Mi visión política es totalmente opuesta”, soltó sin rodeos en entrevista con el periodista Mario J. Pentón para Martí Noticias.
Y por si quedaban dudas de su postura, remató: “No me puedo hacer responsable de lo que ella diga o de lo que le mandaron a decir”, haciendo referencia directa a las declaraciones que su madre hizo desde el Parlamento cubano y que desataron una tormenta de críticas.
Una renuncia por escándalo, no por conciencia
Todo explotó cuando la entonces ministra de Trabajo y Seguridad Social negó la existencia de mendigos en Cuba, asegurando que eran gente “disfrazada” que había optado por una “vida fácil”. Un insulto directo a miles de cubanos que sobreviven hurgando en la basura, sin techo, sin comida y sin la más mínima ayuda del Estado.
Las redes sociales estallaron. La indignación creció tanto que hasta Díaz-Canel se vio obligado a meter cucharada, y el Partido Comunista no tuvo más remedio que aceptar la renuncia de Feitó, en un intento desesperado de contener el daño.
Pero la herida ya estaba abierta. Y su propio hijo decidió no seguir callando más.
“El futuro en Cuba está cerrado con candado”
Alejandro es ingeniero, joven y parte de una generación que sabe perfectamente que en Cuba no hay futuro. Trabajó en entidades del aparato estatal, incluso en estructuras militares como Cubatur y DATYS. Pero ni los vínculos con “el sistema” ni el peso del apellido lo detuvieron cuando vio la oportunidad de escapar.
“El parole fue la oportunidad de mi vida para tener la libertad que nunca tuve”, confesó. “No existe un futuro en esa isla”, sentenció con claridad. Y su voz no suena como una queja pasajera, sino como una denuncia firme contra un país atrapado en una dictadura que se niega a soltar el control.
De la represión al respeto por los valientes
Aunque asegura no haber tenido participación política activa, ni pertenecer a ninguna estructura del poder, Alejandro vivió en carne propia el miedo que paraliza a muchos. “Uno sabe que por decir lo que piensa puede quedarse sin trabajo o caer preso. Pero llega un momento en que no se puede más”.
Por eso, aunque se define como alguien introvertido y de carácter calmado, no oculta su admiración por quienes enfrentan abiertamente a la dictadura.
“Admiro mucho a los que han tenido el valor de actuar contra el régimen y hoy están presos dentro de la isla cárcel”, afirmó.
Un joven con sueños normales que en Cuba suenan imposibles
Alejandro no sueña con lujos. No pide más que lo que muchos en el mundo dan por sentado: poder viajar, tener agua y corriente eléctrica sin apagones eternos, vivir sin miedo y cobrar un salario que le alcance para no vivir en la miseria.
“Tengo aspiraciones claras, no quiero una vida de sobrevivencia”, aseguró.
No es el único hijo que despierta
Lo de Alejandro no es un caso aislado. Cada vez más hijos de altos funcionarios se van del país, algunos en silencio, otros como él, con voz firme y pública. Muchos se desmarcan del sistema al que sus propios padres sirvieron con obediencia ciega. Y eso, aunque el régimen no lo diga, es una señal de que el modelo está podrido por dentro.
La generación que viene no quiere consignas, quiere futuro. Y Alejandro Fernández Feitó lo dijo claro, sin miedo y desde la libertad: “Mi visión política es totalmente opuesta”.
