Desde el pasado 4 de julio, a los cubanos que intentan legalizar su estatus en Estados Unidos les toca apretarse aún más el cinturón. El gobierno de Donald Trump metió mano a su nuevo plan presupuestario, conocido como el “Big Beautiful Bill”, y entre sus medidas incluyó un aumento en las tarifas migratorias, afectando de lleno a quienes buscan acogerse a la Ley de Ajuste Cubano.
El cambio más inmediato lo sintieron quienes presentan el formulario I-485, la solicitud oficial para ajustar el estatus migratorio. La tarifa subió de 450 a 500 dólares. Puede que 50 fulas no parezcan tanto de entrada, pero para una familia de cuatro, eso se traduce en 200 dólares extra que hay que buscar como sea.
El periodista Daniel Benítez advirtió que este aumento afecta a todo el que intente cambiar su estatus, incluyendo a los cubanos que llegaron recientemente bajo el parole humanitario. Desde el mismo 4 de julio, no importa quién seas ni cuál sea tu caso: si vas a solicitar la residencia, te toca pagar más.
Y como si eso fuera poco, otros formularios también subieron como la espuma. Por ejemplo, cancelar una orden de deportación con el formulario 42A cuesta ahora 600 dólares, y suspender una deportación con el 42B te puede salir en 1.500.
Para muchos cubanos que cruzaron fronteras, selvas y mares en busca de una vida mejor, esta ley había sido un salvavidas. La Ley de Ajuste Cubano era el camino más claro hacia la green card, pero con los precios actuales, la travesía no acaba al pisar suelo americano: apenas empieza una carrera cuesta arriba cargada de gastos legales y formularios carísimos.
No es sorpresa que la comunidad cubana esté molesta. En redes sociales, más de uno ha soltado su frustración. Entre abogados, documentos y ahora este nuevo sablazo, el proceso migratorio se les vuelve una odisea. Aun así, muchos siguen firmes, decididos a pelear por su estabilidad en Estados Unidos, sabiendo que todavía tienen ventajas que otros migrantes no tienen.
Nuevas tarifas para visas a partir de 2026: más trabas para entrar a EE.UU.
Como si fuera poco, a partir de 2026, todo el que quiera entrar a Estados Unidos con una visa tendrá que pagar un impuesto extra de 250 dólares. No es un invento cualquiera: se trata de una “tarifa de integridad de visa” creada para, según dicen, fortalecer las leyes migratorias del país.
Esta nueva cuota afecta a casi todo el mundo: desde turistas (B1/B2) hasta estudiantes (F1, J1), pasando por trabajadores temporales (H-1B, H-4) y más.
Según el Departamento de Seguridad Nacional, el objetivo es “motivar” a los visitantes a cumplir con lo pactado: nada de trabajar sin permiso, ni quedarse pasado de fecha, ni andar inventando sin extender el estatus o legalizarse a tiempo. Si cumples con todo al pie de la letra, existe la posibilidad de que te devuelvan el dinero. Pero todos sabemos que en la práctica, esa devolución no siempre llega.
Este tipo de medidas, aunque envueltas en discursos de “orden migratorio”, terminan afectando a los que menos tienen, a los que vienen empujados por la crisis, huyendo del hambre o buscando una vida donde puedan crecer en paz.
Y en medio de todo eso, el cubano común sigue pagando los platos rotos de un sistema que lo expulsa de su país y luego le cobra caro por asentarse en otro. La historia de siempre, pero con cada vez más comas y ceros.