En Cuba, donde hasta para respirar hay que hacer cola, el trámite para obtener la nacionalidad española se ha convertido en otro vía crucis para miles de familias desesperadas por salir del limbo. A menos de tres meses para que expire la Ley de Memoria Democrática (LMD), el Consulado General de España en La Habana volvió a soltar otro comunicado más… lleno de palabras bonitas pero soluciones concretas, ni una.
Según lo que publicaron en su sitio web, las viejas credenciales del sistema anterior se están eliminando poco a poco. Sin embargo, quienes las recibieron después de abril de 2025 y no han podido sacar su cita, supuestamente aún tienen chance. El problema es que con este régimen —y con la burocracia consular tan parecida a la cubana— “chance” es una palabra que suena a cuento chino.
Promesas digitales… sin fecha ni forma
También aseguran que el nuevo sistema digital de citas está “en fase de coordinación desde España” y que pronto comenzará a funcionar. ¿Cuándo? Vaya usted a saber. Como es costumbre en estos procesos, no dieron ni fecha, ni detalles, ni garantías reales de nada. Solo pidieron paciencia, como si no supieran que los cubanos están al límite, corriendo contra el reloj y con la incertidumbre pegada al pecho.
Para colmo, el sistema viejo dejó de enviar confirmaciones automáticas, lo que ha dejado a muchos sin constancia de haber iniciado su trámite. Y ahora se fían de que, cuando arranque el nuevo sistema, entregarán un resguardo “como Dios manda”. Mientras tanto, la gente se queda en el aire, sin prueba de nada.
La desesperación crea un mercado negro
Con tanta falta de transparencia y tanta demora, era cuestión de tiempo que el desespero se convirtiera en negocio. Ya hay reportes de credenciales vendidas por 800 euros en el mercado negro, y lo peor: partidas de bautismo falsas que pueden alcanzar hasta los 3,000 euros. ¿Cómo es posible que una simple cita para ejercer un derecho legítimo se haya convertido en mercancía clandestina? Pues gracias a la mezcla explosiva de silencio consular, desgobierno cubano y la angustia de una población que solo quiere una salida.
Porque para muchos cubanos, la nacionalidad española no es solo un papel. Es la esperanza de escapar del estancamiento, de vivir con dignidad, de aspirar a un futuro fuera del control asfixiante del régimen.
El reloj corre… y no todos alcanzarán
La Ley de Memoria Democrática se vence el 22 de octubre de 2025. Dicen que si alguien logra iniciar el trámite antes de esa fecha, podrá entregar los documentos más adelante. Pero para iniciar el trámite hace falta algo que no todos tienen: una credencial válida. Y ahí está el cuello de botella que ya ha dejado a cientos —quizás miles— fuera del juego.
Sí, el Consulado presume haber aumentado en un 27% la capacidad de atención semanal, pero eso no basta. Los grupos de afectados han empezado a organizarse en redes sociales, haciendo listas, enviando cartas colectivas, intentando que al menos España escuche lo que en Cuba nadie quiere oír: que el sistema está fallando y que miles de personas podrían quedar fuera por culpa de una gestión ineficaz.
La esperanza se vuelve angustia
Para muchas familias, este proceso ha sido como nadar en contra de la corriente: mucho esfuerzo, mucha espera, y al final, la orilla se ve cada vez más lejos. Siguen las indicaciones al pie de la letra, aguantan la incertidumbre, revisan a diario las redes del Consulado… pero la ansiedad crece y la fe se va desgastando.
El Consulado pide calma, pero del otro lado hay un pueblo que ya está harto de la calma forzada. Que quiere respuestas claras, tiempos definidos, y sobre todo, que no lo sigan castigando por vivir bajo un régimen que no les deja ni soñar con algo mejor.
Porque en esta Cuba del 2025, donde todo es cuesta arriba, hasta lograr la nacionalidad española se ha convertido en otra lucha contra la burocracia, la corrupción y el olvido institucional. Y mientras el reloj avanza, muchos sienten que el pasaporte rojo —ese que un día vieron como salvación— se les escapa de las manos.
