El infierno eléctrico que viven los cubanos no da tregua. Una vez más, la isla se prepara para otro día de apagones masivos, con números que evidencian el descalabro absoluto del sistema energético nacional. Y como ya es costumbre, los responsables de esta debacle siguen escondidos tras excusas recicladas y promesas vacías.
La Unión Eléctrica (UNE), en su parte oficial, advirtió que este jueves podría romperse un nuevo récord de afectación eléctrica: más de 2,000 megavatios quedarían fuera del sistema en plena hora pico, una cifra escalofriante que deja claro que la crisis no solo llegó para quedarse, sino que se profundiza.
El país entero a oscuras, y el gobierno sin respuestas
La cosa es seria. Ayer, el servicio eléctrico estuvo afectado durante las 24 horas y la madrugada entera de hoy no fue diferente. La peor parte se vivió en la noche, cuando a las 10:20 p.m. el déficit alcanzó los 1,864 MW, justo cuando más falta hace la corriente en los hogares.
Ya desde las 7:00 de la mañana el panorama era desolador: apenas 1,280 MW disponibles frente a una demanda de 2,860. Es decir, una diferencia brutal de 1,608 MW que deja a miles de familias a merced del calor, los mosquitos y la desesperanza. Para el mediodía se esperaba otra sacudida: 1,450 MW sin cubrir. Y en la noche, con el consumo al tope, la UNE vaticina un déficit de hasta 2,065 MW, lo que haría polvo cualquier récord anterior.
Termoeléctricas colapsadas y combustible que nunca aparece
El parte técnico es un poema al desastre. Varias plantas están fuera de servicio, otras llevan semanas en mantenimiento y muchas simplemente no arrancan por falta de combustible. Más de 700 MW perdidos solo por la generación distribuida que no tiene con qué funcionar. A eso súmale otras decenas de megavatios caídos por deterioro o por la chapucería acumulada de años de abandono estatal.
Prometen que algunas unidades “están en proceso de arranque”, pero ya eso nadie se lo cree. Porque en Cuba, si algo no arranca, es el país entero.
La energía solar, ese espejismo que no resuelve nada
Los nuevos parques solares, esos que tanto cacarea la propaganda oficial, aportaron apenas 488 MW en su punto máximo. Suena bonito, pero cuando cae el sol, lo que cae es la esperanza. Porque los apagones no respetan la noche, y la demanda más fuerte ocurre justo cuando esos paneles dejan de servir.
Con este calor de horno y una población agotada, la crisis energética se vuelve un castigo inhumano. No hay luz para cocinar, para conservar alimentos ni para respirar sin ahogarse en sudor. En hospitales, panaderías, fábricas y escuelas, el panorama es igual o peor.
Un gobierno incapaz y un pueblo cada vez más cansado
Lo más indignante es la pasividad oficial. No hay soluciones concretas ni planes reales para sacar al país de este hoyo. Solo repiten el mismo libreto de siempre, echando culpas afuera mientras dentro todo se cae a pedazos. No hay voluntad política, ni capacidad técnica, ni honestidad suficiente para admitir que el modelo está muerto.
Esta debacle energética no es producto de una tormenta ni de un embargo: es el resultado directo de décadas de mala gestión, corrupción, y una política absurda que prioriza el control ideológico sobre las necesidades reales del pueblo.
Y todo esto ocurre en un país donde, según cifras del Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 89 % de la población vive en pobreza extrema. Así que lo que para muchos es solo una “molestia”, para el cubano de a pie es una amenaza real a su salud, su alimentación y su dignidad.
Mientras tanto, los que mandan siguen durmiendo fresquito, con plantas eléctricas, aire acondicionado y comida asegurada. Porque la oscuridad nunca llega hasta las oficinas del poder.