Desde la ciudad de Bayamo, en el oriente cubano, un joven tiktoker ha sacado a relucir, con todo el sabor de la ironía criolla, la cruda realidad que viven los estudiantes en las universidades de la isla. El usuario @soy_martinez.art publicó un video que ha puesto a hablar a medio TikTok: una especie de “tour” por el almuerzo universitario en la Facultad de Ciencias Médicas, que más que alimentar, parece una burla al sacrificio del estudiantado.
“Acompáñame a almorzar en la universidad”, dice el muchacho con una sonrisa sarcástica mientras graba desde la cola, esa “institución nacional” que ya forma parte del ADN del cubano. “Como ya es costumbre en Cuba, hacemos cola para todo, pero bueno, nosotros nos vamos a colar”, suelta con desenfado antes de entrar al comedor, bandeja en mano, como quien se dispone a enfrentar una prueba de valor.
Ya dentro, el menú es casi un acto de comedia negra: “semillas secas orientales al vapor, garbanzos mojados en agua y tubérculos sudamericanos hervidos sin sal”. Y para colmo, remata: “no podía faltar el intento de suicidio con una piedra en el arroz”. Con ese nivel de crudeza disfrazado de humor, el video logra exponer sin tapujos la miseria con la que el régimen pretende sostener a sus futuros “profesionales de la salud”.
“Así es el horario de almuerzo en mi universidad tercermundista”, sentencia el joven, dejando en el aire la risa amarga que solo entiende bien quien vive o ha vivido bajo el desastre institucional de la dictadura cubana. Hasta el final se mantiene ese tono entre el juego y el desencanto: junto a una amiga, juegan a “piedra, papel o tijera” para decidir quién carga con las bandejas. Porque en Cuba, hasta eso se convierte en un chiste para no llorar.
El video ha levantado una ola de comentarios, muchos de ellos indignados, otros contando sus propias anécdotas, pero todos dejando claro que lo que se vive en las universidades del país no tiene nada de gratuito ni de justo. Un internauta fue directo al grano: “En otros países la educación puede costar, pero cuando te gradúas, ganas como para vivir. En Cuba, pagas con sudor, hambre y frustraciones, y después terminas con el título colgado y sirviendo café en una esquina”.
Otra persona desenmascaró el viejo cuento oficial de la gratuidad: “¿Gratis? Desde séptimo grado estás metido en el campo sin cobrar un kilo, después te asignan donde trabajar y ni puedes salir del país sin permiso. ¿Eso es gratis? No lo creo”. Lo que el régimen vende como educación gratuita, en realidad es una maquinaria de control, explotación y miseria.
Sin embargo, también hubo quien —como una usuaria venezolana— reconoció el valor de los estudiantes cubanos: “A pesar de todo, logran salir adelante. Eso tiene mérito”. Y sí, es cierto: la juventud cubana sobrevive, se forma y resiste. Pero no porque el sistema lo permita, sino a pesar de él.
Una realidad que se repite en toda Cuba
Lo denunciado por el tiktoker no es un caso aislado ni una exageración para ganar seguidores. Lo mismo se vive en Santiago de Cuba, donde en julio de 2024 se viralizó una foto del almuerzo en la Facultad de Ciencias Médicas: arroz, frijoles aguados con bichos y un plátano. Un médico opinó que “tantas horas de estudio y guardias merecen, al menos, una comida digna”.
En 2023, los estudiantes de la Universidad de Oriente mostraron una bandeja con arroz, chícharos y medio pan. Nada más. “Eso es todos los días”, dijeron con resignación. Y en Matanzas, un joven publicó en 2022 la imagen de su almuerzo: arroz con frijoles… y “sorpresa: no hay plato fuerte”. Como única alternativa, los quioscos privados, donde los precios son imposibles para un universitario promedio que vive del aire.
Este es el “futuro” que ofrece el régimen: profesionales desnutridos, jóvenes cansados y universidades que funcionan más como centros de adoctrinamiento y miseria que como espacios de formación real. La educación en Cuba no es gratuita: cuesta sudor, hambre, resignación y la eterna espera por algo que nunca llega.
Y aún así, ahí siguen los estudiantes, dando la pelea, inventando con lo poco, grabando TikToks para denunciar lo que muchos prefieren callar. Porque en la Cuba de hoy, hasta el almuerzo se ha convertido en un acto político.