El pueblo está hablando, y lo está haciendo bien grande y sin miedo. En una pared de Santiago de Cuba apareció, como quien lanza una pedrada directa al castrismo, una pintada enorme que decía: “ABAJO EL COMUNISMO”, firmada por el llamado Movimiento Anticomunista.
La respuesta del aparato represivo no se hizo esperar. Como si se tratara de un crimen de Estado, corrieron al sitio los agentes del Departamento Técnico de Investigaciones (DTI), con cara de pocos amigos, a fotografiar, inspeccionar y borrar la pintada con una rapidez que ni para recoger la basura tienen.
“Pinta tu pedacito”: el arte de la rebeldía en tiempos de represión
Esta acción no fue un acto aislado. Es parte de una campaña que ha ido ganando terreno en varias provincias cubanas bajo el nombre de “Pinta tu pedacito”, un movimiento espontáneo que está transformando muros grises en gritos de libertad.
No hay pancartas financiadas ni artistas con permiso del Ministerio de Cultura. Esto es el pueblo expresándose a brochazo limpio, dejando claro que el hartazgo no cabe ya en las redes sociales: se está saliendo a las calles, pared por pared.
Una frase que les duele más que el embargo
Para el régimen, ese “ABAJO EL COMUNISMO” es como una puñalada al ego. No soportan que el rechazo se haga visible, y por eso castigan con cárcel a quienes se atreven a pintar sus verdades en las paredes del “paraíso socialista”. La tiranía se revuelca cada vez que alguien escribe lo que millones piensan.
Según el periodista independiente Yosmany Mayeta Labrada, fue él mismo quien reportó desde Santiago la presencia del cartel y el despliegue inmediato de la Seguridad del Estado. Lo curioso es que el gobierno no tiene gasolina ni para las ambulancias, pero sí para ir a borrar un grafiti.
Oriente arde: la chispa de la rebeldía no se apaga
La región oriental está siendo el nuevo epicentro del descontento visible. En medio de apagones eternos, hambre, inflación y vigilancia, los cubanos están usando cualquier espacio para dejar claro que ya no aguantan más.
En otras zonas como San Antonio de los Baños y Caimito, también han aparecido carteles con mensajes tan contundentes como irreverentes. Frases como “Raúl singao” no necesitan explicación: son el resumen de un pueblo que ha perdido el miedo.
Cuando el arte callejero se vuelve revolución
En Cuba, hasta el arte se ha vuelto delito. Pero eso no ha detenido a quienes quieren pintar su pedacito de libertad. Lo que empezó como una consigna humorística en redes, hoy es un fenómeno que pone a temblar a la dictadura.
Los carteles no son sólo letras pintadas: son balas simbólicas disparadas contra el castrismo, que cada vez se ve más desarmado frente a una sociedad que, sin permiso ni micrófono, está diciendo lo que siente.