Un trágico accidente de tránsito estremeció este jueves la carretera que conecta San Luis con Palma Soriano, en Santiago de Cuba. Tres personas perdieron la vida y varios más resultaron gravemente heridos tras la colisión entre un jeep del Partido Comunista —con matrícula B044 409— y un automóvil azul. Una vez más, la negligencia y el deterioro del sistema de transporte estatal cobran vidas inocentes.
Entre los lesionados se encuentra el propio Secretario del Partido Comunista en Contramaestre, José Ángel Labrada Castillo, quien fue trasladado de urgencia al Hospital Provincial Saturnino Lora. El funcionario del régimen fue sometido a una operación, aunque hasta ahora no se han dado detalles oficiales sobre su evolución. Como ya es costumbre, el secretismo del Estado mantiene a la población desinformada incluso en momentos tan delicados.
Las imágenes del accidente han circulado por redes sociales y muestran una escena desgarradora. “Los gritos, los cristales, los golpes… no quiero recordar eso. Los del carro azul estaban prensados como si los hubiera mordido una máquina», confesó un testigo visiblemente conmocionado. Las palabras estremecen, y no es para menos: la realidad en las carreteras cubanas se parece cada vez más a un campo minado.
En lo que va de julio, la muerte ha hecho de las autopistas cubanas su escenario predilecto. A principios de mes, un accidente en Ciego de Ávila dejó cuatro muertos y un adolescente de 14 años al borde de la muerte. El incidente ocurrió en la comunidad Río Grande, en el municipio Majagua, cuando un camión del Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos perdió el control. ¿Quién responde por estas tragedias? El silencio del régimen es tan ensordecedor como cómplice.
Los números no mienten, aunque el gobierno se esfuerce en disfrazarlos. El propio ministro de Transporte, Eduardo Rodríguez Dávila, reconoció hace unos meses que el número de muertes por accidentes de tránsito ha subido respecto al año anterior. Entre enero y marzo de 2025, se reportaron 173 fallecidos, una cifra superior a los 146 del mismo período en 2024. Y aunque intenten maquillar los datos, lo cierto es que en todo 2024 murieron 634 personas en las carreteras cubanas. Y cada una de esas cifras esconde una historia de dolor, de familia rota, de vidas que no volverán.
Mientras tanto, la infraestructura vial se cae a pedazos, el mantenimiento de los vehículos es inexistente y las autoridades siguen mirando para otro lado, más preocupadas por conservar el poder que por proteger al pueblo. Cada accidente es un retrato fiel del abandono estatal, y cada muerto en el asfalto es un grito más contra un sistema que ya no puede sostener ni su propia maquinaria.