El tan anunciado regreso del tren a Expocuba, que el régimen vendió como una solución “barata y conveniente” para el verano, casi termina en tragedia. Este jueves por la mañana, el convoy chocó con un auto en un paso a nivel en la zona de Calabazar, cerca de la finca América. Afortunadamente, no hubo heridos, pero el accidente encendió las alarmas sobre el estado calamitoso del sistema ferroviario cubano.
Una vía oxidada y sin señales
Según publicó en Facebook el usuario Eddy Segura, miembro del grupo “Amantes de los Ferrocarriles de Cuba”, el auto quedó atrapado en el cruce justo cuando venía el tren. Aunque el impacto fue inevitable, los pasajeros salieron ilesos, “de milagro”, como comentó más de uno.
Segura explicó que el tren “arrastró al carrito unos 20 metros”, pero por suerte “venía despacito”. Aun así, el susto fue grande. La falta de señalización en el lugar es, como tantas veces en Cuba, una bomba de tiempo.
Varias personas comentaron que las señales en ese cruce —como en muchos otros— brillan por su ausencia, ya sea por años de abandono o porque simplemente han sido robadas sin que nadie se moleste en reponerlas. Y claro, como todo lo que tiene que ver con el transporte en la isla, nadie da la cara.
Excusas oficiales, responsabilidad ciudadana y un sistema en ruinas
Algunos internautas, quizás con una pizca de razón, señalaron que los conductores también tienen que estar alertas. “Todo paso a nivel es un pare obligatorio”, decía uno, recordando la famosa Ley 109 de Seguridad Vial. Pero lo cierto es que, cuando ni señales quedan, la responsabilidad principal recae sobre el Estado que no mantiene ni lo básico para evitar estos peligros.
Todo esto ocurre apenas 15 días después de que se reinaugurara el servicio del tren hacia Expocuba, tras años de estar paralizado. El gobierno, siempre presto a vender humo, se apresuró a anunciar con bombos y platillos que esta era una forma de “facilitar el acceso” a zonas recreativas como el Parque Lenin y el Zoológico Nacional. Lo que no dijeron es que las vías siguen oxidadas, los cruces sin señales y la seguridad, en el aire.
Una postal del “verano socialista”
Este tren, que parte desde la Estación Central y pasa por lugares como La Víbora, El Galápago o Calabazar, promete transportar hasta 204 personas por viaje en unos 80 minutos. Suena lindo sobre el papel. Pero la realidad —como demuestra este choque— es que ni las condiciones mínimas para un viaje seguro están garantizadas.
Y mientras el régimen saca pecho por “reactivar” servicios ferroviarios en Ciego de Ávila, Matanzas o Hershey, los rieles siguen crujientes de herrumbre y la infraestructura, igual de abandonada que siempre. No es la primera vez que ocurre un accidente como este, y con el nivel de deterioro actual, tampoco será la última.
Una vez más, lo que se presenta como un logro en el noticiero se desmorona en la calle. La gente lo sabe, lo comenta, lo vive. Y mientras tanto, los funcionarios celebran sus “éxitos” desde sus oficinas climatizadas, muy lejos de los rieles rotos y los sustos de los que aún se atreven a usar el tren.
