¡Ay, La Habana no gana para cuentos! Este fin de semana, mientras muchos hablaban del regreso a la isla de los reguetoneros Dany Ome y Kevincito El 13, el verdadero protagonista del espectáculo fue… ¡Sandro Castro! Sí, el mismísimo nieto de Fidel. Y como era de esperarse, su presencia encendió las redes más rápido que un apagón en julio.
El concierto fue en Pabexpo, un recinto estatal que por una noche se llenó de luces, bajos retumbando y un público joven que coreaba los éxitos de estos dos artistas que viven en Miami pero decidieron armar tremenda gira en su tierra natal. Todo marchaba normal hasta que las cámaras —y los celulares del pueblo— captaron a un personaje bien conocido.
Vestido de negro, con gafas oscuras y una actitud de «aquí no ha pasado nada», Sandro Castro fue grabado disfrutando el show y compartiendo stories en su Instagram como si estuviera en Coachella. “Duro bien logrado”, escribió en una historia, como si no supiera la que estaba a punto de desatar.
Y vaya que la desató. Figuras populares en redes como Un Martí To Durako no se hicieron esperar y soltaron el bombazo con titulares como “Y mientras tanto, el nieto…”. En los comentarios, las burlas y críticas no paraban: “Oficialmente el Cristash es el promotor de la gira”, “¿Concierto neutral? Si lo aplaude la casta, ya sabemos…”, “Ese es el tanque de esa familia”.
La controversia opacó incluso a los propios artistas, que terminaron siendo el telón de fondo del último episodio del show paralelo que es la política en Cuba. La pregunta que muchos se hacen es: ¿qué hacía ahí Sandro, con esa vida de lujos que tanto ha presumido, en medio de una Cuba en ruinas?
Recordemos que hace apenas unos días, medios internacionales como El País y Deutsche Welle lo llamaban «la caricatura decadente del castrismo». No es para menos: mientras el cubano de a pie lucha por conseguir arroz o un pomo de aceite, él ha mostrado Lamborghinis, yates y fiestas en Instagram como si viviera en Dubái.
El mánager de Dany Ome y Kevincito, Magdiel Díaz, ha insistido en que la gira no tiene vínculos oficiales. Pero la presencia de Sandro entre el público —en actitud VIP, relajado y feliz— hace difícil creer que todo esto esté completamente desconectado de los círculos de poder.
La música sonó, el público bailó, pero al final… la polémica fue la que se llevó todos los aplausos. Y con Sandro en la foto, ya tú sabes: no faltó quien dijera que en Cuba, hasta en los conciertos, el show lo da la política.