Cuando los artistas cubanos —los de verdad, los que viven el día a día— alzan la voz sin filtros, es porque ya la olla de presión está a punto de explotar. Y eso fue exactamente lo que pasó en una entrevista reciente del proyecto La Familia Cubana, donde varios rostros conocidos del arte y la actuación soltaron lo que muchos en la isla piensan pero no pueden decir en voz alta.
La dinámica era sencilla: una ruleta con temas. Cuando tocó el turno de “Quéjate de algo públicamente”, Osvaldo Doimeadiós no se anduvo con rodeos. El humorista fue directo al grano: “la tercera edad, la jubilación, los precios abusivos… todo lo que han hecho con la economía y no han resuelto nada”. También se fue con todo contra el desastre del transporte público: “Me duele ver pasar a los decisores en sus carros, mientras no hay ni una guagua funcionando. Y si se molestan, que pongan guaguas. Bien que aparecen para los desfiles, ¿no?”
Luego intervino el actor Jorge Martínez, que no se guardó nada. Con indignación dijo: “Es inhumano lo que está viviendo la gente en otras provincias con los niños y los ancianos. No se puede llegar a un lugar y decir que todo está bien. Hay que meterse dentro del problema y tratar de resolverlo”.
Y como si eso no bastara, también arremetió contra el discurso vacío que se repite sin parar desde el poder: “Me molestan las justificaciones estúpidas, como si yo fuera bobo, como si no me hubiera criado aquí. Esa manera de tratarte como si fueras nadie, justificar lo injustificable… la mentira constante”, lanzó sin tapujos.
La actriz Belissa Cruz fue aún más cruda. Su descripción de La Habana podría haber salido de una película posapocalíptica: “Todo se va apagando. Hace unos días iba por la calle 23 y parecía la ciudad de los muertos. Un silencio, una tristeza. Ya no hay alegría, ni Navidad, ni 31 de diciembre como cuando yo era niña. Ya es solo sobrevivir, el ‘sálvese quien pueda’”.
El actor Alejandro Cuervo apuntó al corazón del apagón: la crisis energética. “Lo que más me jode es que la mayoría de los problemas de energía son por abandono. Esto se pudo evitar hace 15 o 20 años. Y ahora estamos peor que en los años 90”, dijo sin medias tintas. Para él, el sistema solo reacciona cuando ya todo está en llamas, y mientras tanto, ignora los problemas “menores” hasta que se convierten en una bomba.
Lo más doloroso de todo: todos coincidieron en que fuera de La Habana, la situación es aún más dura. Lo que antes era pobreza ahora es desesperanza. La isla se está cayendo a pedazos, y quienes deberían estar construyendo, están mirando para otro lado o culpando a otros.