En tiempos donde muchos viven para aparentar en redes, el comediante cubano José Coll decidió ser todo lo contrario: real. Un video que pretendía burlarse de él terminó convirtiéndose en un homenaje inesperado al trabajo honesto, al sacrificio y a la dignidad de los cubanos que se lo están fajando en el exilio.
La cosa empezó cuando la cuenta “Un Martí To Durako” publicó un video de seguridad donde se ve a Coll haciendo entregas como repartidor en Estados Unidos. Alguien se lo mandó al influencer como quien dice: “Mira pa’ esto, el cómico ahora es delivery”. Pero el tiro les salió por la culata. En vez de burla, lo que vino fue una ola de apoyo tremenda.
Y es que José Coll no se escondió ni un segundo. Al contrario, salió con un mensaje que dejó a muchos con la boca cerrada: “Yo disfruto cada cosa que hago. Yo trabajo. Y en el tiempo que estoy sin hacer nada, hago DoorDash. Antes de perder mi tiempo, facturo algo para mi familia. A todos, cuando me vean, salúdenme y no tengan pena”, escribió en los comentarios del video viral.
¡Boom! Un mensaje claro, directo y sin gota de pena. Y como era de esperarse, la gente le respondió con amor. Decenas de usuarios comenzaron a llenar las redes de mensajes de respeto y admiración. En un país donde el alquiler te saca canas y la comida cuesta un ojo, ver a alguien fajarse así por los suyos inspira más que cualquier chiste viral.
“Es un trabajo digno, no le veo nada de malo”, comentó un seguidor. Otro fue más allá: “Trabajar no es deshonra. Vergüenza es robar.” Y hasta el propio Martí, el que subió el video, aclaró que nunca fue su intención burlarse y terminó llamando a Coll “tremendo actor, tremendo comediante y uno de los mejores”.
Con más de 37 mil seguidores en Instagram, José Coll ha hecho reír a miles con su humor pícaro y bien cubano. Pero esta vez, sin contar un solo chiste, se ganó aún más respeto. Esa grabación, que quería ridiculizarlo, lo mostró como lo que es: un cubano de a pie que se la busca con decencia.
En medio de la avalancha de apoyo, muchos aprovecharon para compartir sus propias historias: “Por ahí pasamos todos. Pude mandarle 20 dólares a mi hija con ese trabajito”, escribió uno. Otro dijo algo que muchos piensan pero pocos dicen: “Aquí la gente vive de apariencias, pero este país te enseña a trabajar de lo que sea. Pena es quedarse con los brazos cruzados mientras la familia pasa trabajo.”
Lo de Coll no es solo un episodio viral, es un espejo. Porque cuántos cubanos no están fajados con tres trabajos, sin vacaciones ni lujos, solo para que su gente esté mejor. Y todavía hay quien se atreve a mirar por encima del hombro.
José cerró con una frase sencilla, pero que lo dice todo: “Un abrazo a todos de parte de este doordashero. ¡Se les quiere!” Y con eso, sin proponérselo, dejó una lección pública que más de uno debería enmarcar.