La Central Termoeléctrica Antonio Guiteras, esa misma que el gobierno vende como “estratégica” para el sistema eléctrico nacional, volvió a tronar con otra avería más, como quien ya está acostumbrado al desastre. Esta vez, el corazón del problema fue la caldera: salideros de agua, problemas de hermeticidad y una grieta que dejó fuera de juego a la planta por, al menos, 72 horas.
“Esto es normal”, dicen los jefes… pero el pueblo sigue a oscuras
Según Rubén Campos Olmos, director general del engendro mecánico este en Matanzas, el asunto “estaba previsto”, como si el colapso eléctrico del país fuera un capítulo más del parte meteorológico. Asegura que durante esas 72 horas se va a enfriar la caldera y los trabajadores se encargarán de meterle mano al desperfecto.
Pero lo que no dicen tan claro es que la Guiteras lleva 36 años echando humo, de los cuales 16 han pasado sin una reparación a fondo. ¿Y el famoso “mantenimiento programado” que tanto cacarearon? Pues quedó en lo mismo de siempre: una manita de gato para aguantar un par de semanas y después, de vuelta al apagón.
Promesas rotas y excusas recicladas
Cada vez que la Guiteras se detiene, el régimen saca del archivo el mismo libreto: que si es una parada técnica, que si no fue grave, que si el pueblo debe “comprender las dificultades”. Pero mientras ellos hablan desde oficinas con aire acondicionado, la gente en los barrios sigue sin luz, sin agua y sin paciencia.
Y no es casualidad. La termoeléctrica ha sido durante años el símbolo de un sistema que no funciona, un aparato viejo, sin piezas de repuesto, parchado con más fe que recursos. Pero ahí lo siguen usando, porque no hay más nada, porque invertir en nuevas tecnologías no está en el guion de quienes prefieren importar carros eléctricos antes que rescatar la infraestructura nacional.
¿Dónde está el mantenimiento que se anunció con bombo y platillo? ¿Qué pasó con la inversión millonaria que supuestamente se destinó para garantizar la “estabilidad” del sistema electroenergético? Nadie da explicaciones, y el pueblo lo único que recibe es la acostumbrada dosis de justificaciones.
Una grieta que refleja todo un sistema podrido
Lo que ocurre en la Guiteras no es una falla puntual. Es la consecuencia lógica de décadas de abandono, de mala gestión y de una política energética que no prioriza al ciudadano. Mientras tanto, las familias siguen cocinando con linternas, durmiendo sudadas y viendo derretirse sus refrigeradores. Y el gobierno, como siempre, con la cantaleta del “bloqueo” y la “situación mundial”.
Lo cierto es que el apagón no es solo eléctrico, es político y moral. Y cada vez que se apaga la Guiteras, lo único que queda claro es que el régimen cubano no tiene ni luz ni rumbo.