Lo que debía ser un domingo de celebración terminó siendo una pesadilla para una familia de Artemisa. La tragedia ocurrió este 20 de julio, cerca de las 11 de la mañana, cuando un ómnibus conocido como “Aspirina” se volcó en plena carretera rumbo al complejo turístico Las Terrazas. El vehículo, propiedad de una de esas supuestas «Cooperativas No Agropecuarias», llevaba a bordo a 22 personas que iban a festejar un cumpleaños. Pero el viaje terminó con sirenas, camillas y un susto que nadie olvidará.
En el ómnibus viajaban 8 niños y 13 adultos, todos vecinos de los municipios Candelaria y Artemisa. Por suerte, y casi de milagro, no hubo que lamentar pérdidas humanas. Los lesionados fueron atendidos en el Hospital Comandante Pinares de San Cristóbal, donde, según el propio director del centro, Yolani Torres Martínez, se clasificaron como “código verde”, es decir, sin peligro inminente para la vida.
Aun así, dos pacientes fueron remitidos hacia la capital provincial y uno de ellos fue trasladado hasta el Hospital Calixto García, en La Habana, para recibir una valoración más precisa del área de neurocirugía. “No está grave”, dijeron, pero ya sabemos cómo funciona ese tipo de lenguaje: una forma elegante de maquillar la realidad.
Lo más preocupante es que este accidente no es un hecho aislado. Durante este verano, Artemisa ha sido escenario de varios siniestros viales que han puesto en el centro del debate la precaria situación del transporte colectivo en Cuba. Y sí, aunque el gobierno y sus voceros repitan una y otra vez que “todo se resolvió con rapidez”, el problema de fondo sigue ahí, intacto, oxidándose como las guaguas mismas.
Los llamados “Aspirina”, lejos de curar dolores, ya están causando demasiados. Son vehículos viejos, reciclados a la fuerza y puestos a rodar en condiciones técnicas deplorables, todo en nombre de una eficiencia económica que solo existe en los informes del Partido. Mientras tanto, el pueblo tiene que montar lo que haya, cruzando los dedos para llegar vivo al destino.
El director del hospital puede hablar de protocolos y de observaciones médicas, pero el verdadero diagnóstico es otro: el transporte en Cuba está en terapia intensiva. Y cada accidente como este nos recuerda lo mucho que el régimen ha abandonado al pueblo en cuestiones tan básicas como moverse con seguridad.