En medio del caos cotidiano que se vive en Cuba, donde los derechos humanos ya brillan por su ausencia, ahora también los derechos de los animales parecen estar en juego. La organización Bienestar Animal Cuba (BAC-Habana) acaba de levantar la voz ante las crecientes denuncias de maltrato e irregularidades en la clínica veterinaria privada Mascolive, ubicada en La Habana. Y no se trata de una simple queja, sino de una investigación independiente que podría destapar una olla bien caliente.
Testimonios por todos lados y una sola conclusión: algo huele mal
BAC hizo el anuncio a través de sus redes sociales, dejando claro que no están improvisando una campaña pública, sino que están recolectando información seria y con responsabilidad, incluyendo tanto las críticas negativas como los pocos elogios que puedan aparecer. Pero ya lo dejaron caer: no se trata de un caso aislado, ni de un «ups» de algún veterinario despistado. Lo que tienen entre manos, aseguran, son decenas de historias y denuncias que reflejan un patrón preocupante.
“Ya esto no es cuestión de un errorcito. Hay demasiados testimonios negativos”, explicaron desde BAC, y lo hicieron sin pelos en la lengua.
No es personal, es por los animales
La organización dejó bien clarito que su compromiso es con los animales, no con figuras públicas, ni con dueños de clínicas, ni con médicos de bata blanca. “No vinimos a caerle bien a nadie. Si toca enfrentar lo que sea, lo haremos”, aseguraron, con una determinación que pocas veces se ve en la Cuba del miedo y el silencio impuesto.
Además, dejaron saber que el informe final de esta pesquisa irá directo a las manos de los responsables de Mascolive, sin escándalos pero con firmeza. Y si no hay respuesta, si se hacen los locos o si los tratan con desprecio, BAC no se va a quedar cruzado de brazos. “No amenazamos: actuamos. Ya está bueno de callar lo que tantos están gritando”, concluyeron.
Una clínica aprobada por el régimen, pero cuestionada por el pueblo
Mascolive no es cualquier veterinaria. Es una mipyme apadrinada por el régimen, parte de esa nueva fachada «privada» que el castrismo utiliza para disimular la debacle del Estado. Pero, como casi todo lo que nace bajo la sombra del poder, ya está envuelta en controversias.
Hasta el momento, la clínica no ha dicho ni esta boca es mía. Sus redes sociales siguen mudas como si no pasara nada. Mientras tanto, BAC sigue recibiendo testimonios de ciudadanos que cuentan sus historias privadas, muchas cargadas de dolor, impotencia y rabia.
Cuando la esperanza se convierte en negocio sucio
En un país donde la veterinaria pública es casi inexistente y conseguir un medicamento para un perro puede tardar más que conseguir un turno médico para una persona, las clínicas privadas se han convertido en la única opción. Pero también, lamentablemente, en terreno fértil para el abuso, el engaño y el lucro desmedido.
Personas como Dayita Escobar dicen haber perdido a su cachorra de apenas seis meses por un supuesto error de diagnóstico. Karen Rodríguez pagó una fortuna y terminó enterrando a su perrita. Omar Negrón vivió cómo su mascota casi muere por un tratamiento erróneo, hasta que cambió de clínica y en tres días el animalito estaba como nuevo.
Y no son casos aislados. Hay quien denuncia que echan a los técnicos que intentan hacer las cosas bien, que recetan análisis y medicamentos “innecesarios” solo para inflar la cuenta, y que en más de una ocasión el resultado ha sido la muerte del animal.
El régimen calla, la gente no
Aunque BAC no ha verificado todos los testimonios, la coincidencia de las denuncias y el dolor compartido de tantos dueños de mascotas dejan claro que algo anda muy mal. Y lo más triste es que esto pasa en un país donde la protección animal es casi inexistente y la supervisión institucional es, como siempre, una broma de mal gusto.
En medio de un contexto en el que el castrismo pretende maquillarlo todo con “reformas” que solo benefician a los mismos de siempre, el sufrimiento animal se suma a la larga lista de víctimas del sistema.
BAC-Habana, con todas sus limitaciones, está haciendo lo que el régimen no hace: defender a los más indefensos. Y lo está haciendo con valentía, transparencia y una dignidad que hoy en Cuba, sencillamente, escasea.
