En Santiago de Cuba, donde la comida escasea, la corriente se va por más de medio día y la desesperanza se siente hasta en el aire caliente, el régimen ha vuelto a hacer de las suyas con una “solución” que más bien parece una burla. Para “celebrar” los 510 años de la fundación de la ciudad, decidieron colgar sombrillas de colores en un callejón céntrico como si con eso pudieran tapar el sol… y la miseria.
Así mismo, en pleno 2025, mientras miles de santiagueros sudan la gota gorda sin electricidad, sin agua y sin un mísero bistec en la mesa, el régimen se da golpes de pecho con adornitos multicolores en lugar de responder a las necesidades reales de la gente.
La emisora oficialista CMKW Radio Mambí no tardó en sacar pecho por el show, publicando fotos en Facebook del callejón El Carmen “engalanado” para la ocasión. Un desfile de sombrillas colgadas como si estuviéramos en alguna feria europea… pero sin comida, sin medicamentos y con apagones de hasta 14 horas. Una postal absurda de un país en ruinas.
Y lo peor es que esto no es nuevo ni ingenioso. Ya en 2020 la gente había dicho lo que pensaba: que aquello no servía para nada. “¿Sombrillas? ¿De verdad creen que eso nos protege del sol al mediodía?”, reclamaban los santiagueros con razón. Lo dijeron entonces y lo repiten hoy. Ni dan sombra real ni resuelven los problemas, son puro maquillaje barato para una ciudad cada vez más deteriorada.
Pero, claro, para el castrismo cualquier excusa es buena para montar el circo. Que si aniversario, que si carnaval, que si desfiles de plásticos y colores mientras los estómagos siguen vacíos. Y para rematar, las carpas del carnaval alumbradas con plantas eléctricas en medio de los apagones, y con precios que solo pueden pagar los cuatro gatos que tienen acceso a divisas. Todo un show para los de arriba, mientras el pueblo abajo sigue a oscuras.
“Vayan a vender sombrillas en las TRD y dejen de estar guindándolas en la calle”, soltó indignado un usuario en redes. Y no le falta razón. Porque ni siquiera esas sombrillas se pueden conseguir en las tiendas estatales, si es que aún existe algo parecido a una tienda en este país.
Santiago no necesita sombrillas, necesita pan. Necesita luz, agua, medicamentos y respeto. Pero mientras el régimen siga priorizando la apariencia sobre la realidad, lo único que va a seguir creciendo es la rabia de un pueblo cansado de que lo engañen con papelitos de colores.