¡Otra vez lo hizo! La Diosa, o mejor dicho, Dianelys Alfonso Cartaya, volvió a reventar el Watsco Center en Miami como si fuera cosa de juego. El pasado sábado, con el alma por delante y el corazón lleno de coraje, se subió a ese escenario para demostrar que ni los haters ni la dictadura pueden detenerla.
Desde que arrancó la noche, se notaba que los nervios la tenían acelerada. Pero no eran nervios de miedo, sino de entrega. Ella misma lo confesó:
“Estoy nerviosa hasta la última pestaña. Hemos corrido como locos este último mes y medio para regalarles esta noche mágica. ¡Y aquí está!”
Y mientras el público aplaudía, ella no se guardó nada. Recordó cómo le han caído arriba en redes sociales, cómo han tratado de hacerla dudar, cómo muchos decían que no llegaría. Pero ahí estaba, con el teatro lleno y la voz firme:
“Dijeron que no lo iba a lograr, pero aquí estoy, gracias a ustedes. Porque sin ustedes, yo no soy nadie. ¡La Diosa lo logra todo gracias a su gente!”
La noche estuvo cargada de momentos para no olvidar. Por el escenario pasaron figuras como Haydée Milanés, El Funky, Osmani García y El Chulo, que pusieron la música a punto de ebullición. Pero una de las joyitas más lindas fue ver a su hija, Reychel, cantando frente a ese mar de gente. Orgullo puro.
Además, La Diosa aprovechó la velada para presentar su nuevo álbum “Joyas”, donde se luce con versiones bien a su estilo de clásicos de la Década Prodigiosa. Un viaje musical cargado de fuerza, sentimiento y cubanía.
Pero como siempre, La Diosa no se quedó solo en la música. Ella sabe bien de dónde viene y por quién canta. Y por eso, alzando la voz junto a El Funky, soltó un grito que hizo eco en todos los rincones del teatro:
“¡Patria y Vida!”, reclamando lo que tanto duele: la libertad de Cuba, el fin de la dictadura y la liberación de los presos políticos.
No hay dudas: La Diosa no es solo una artista. Es una mujer que canta con las entrañas, que denuncia con ritmo y que no le teme al poder. Lo de ella va más allá del escenario. Es resistencia, es voz del pueblo y es símbolo de una Cuba que grita por justicia desde cualquier rincón del mundo.
