Jorge Martínez no olvida. Años después de haber sido sacado del aire como si fuera un delincuente, el actor cubano vuelve a hablar, claro y sin miedo, sobre un episodio bochornoso y absurdo de la televisión nacional: su censura por atreverse a casarse delante de las cámaras.
Sí, así mismo. En el año 2006, mientras conducía el programa dominical El Expreso en Cubavisión, Jorge y su entonces pareja —una bailarina del mismo colectivo— decidieron sellar su amor con una boda simbólica en el set. Todo fue planificado por el propio equipo de dirección, grabado con antelación, y transmitido como parte del show. Una idea bonita, fresca, sin dobleces… pero el ICRT lo convirtió en escándalo.
La respuesta institucional fue brutal. El casamiento fue tildado de «inaceptable» en una nota oficial del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Como si fuera un crimen. Llegaron sanciones, cuestionamientos internos y, por supuesto, la cancelación inmediata del programa. ¿El crimen? Casarse frente al pueblo.
“Nos trataron como si hubiéramos cometido un delito. Fue una falta total de respeto, tanto para nosotros como para el público”, recordó Jorge con tristeza, pero también con firmeza. En su memoria quedó grabada la hipocresía descarada de un sistema que permite que sus dirigentes celebren bodas en Cancún y yates privados, pero que censura al pueblo por mostrar amor en pantalla.
“En este país, la vida es por momentos”, reflexiona él, pero la cobardía de las instituciones, esa sí que no cambia. Lo peor para Jorge no fue la censura, sino el silencio cómplice de los directivos, esos que se escondieron en vez de dar la cara por su equipo.
Y con la ironía que solo da la experiencia, Martínez suelta:
“Hoy ninguno de esos dirigentes existe, y yo sigo aquí, siendo artista. El artista vive en el corazón del pueblo; el dirigente… bueno, ese va y viene, como una corbata prestada.”
🔥 Una vida de lucha: entre la censura y el cáncer
Pero esa no ha sido la única batalla en su vida. Jorge también ha peleado contra la muerte en carne propia, enfrentando dos tipos de cáncer.
Primero, hace más de una década, le detectaron cáncer de pulmón en estado avanzado. Fumaba como una chimenea —dos cajas diarias— y los médicos le dijeron que le quedaban seis meses. Hubo que sacarle un pulmón. Pero contra todo pronóstico, se mantuvo en pie… y volvió a actuar.
Bajó 12 kilos para protagonizar Últimos días en La Habana, del director Fernando Pérez. Lo hizo débil, pero con la pasión intacta.
En 2023, le llegó otro golpe: cáncer en la garganta. Le encontraron dos ganglios positivos mientras filmaba El derecho de soñar. Y aunque el cuerpo ya no era el mismo, Jorge aguantó: grababa hasta 14 escenas diarias mientras recibía quimioterapia y radiación.
“Perdí el paladar, las glándulas… estuve casi un año a base de sopitas. Llegué a pesar solo 42 kilos”, confesó. En ese período duro, vivía solo y se defendía como podía, hasta que una amiga lo acogió en Italia y lo ayudó a recuperarse.
🌟 El pueblo lo sostiene, no el poder
A pesar de la censura, la enfermedad y los silencios obligados, Jorge Martínez sigue siendo una figura querida y admirada por los cubanos de a pie. Porque su talento no lo borra ninguna nota oficial, y su valor desnuda la cobardía del régimen que lo silenció por amar en pantalla.
Jorge sigue, y los otros… desaparecen como siempre.
