Alexander Otaola volvió a prenderle fuego al avispero este lunes en su show digital, cuando explotó contra el reguetonero Dany Ome y su madre, Noelia, por prestarse —según él— a las maniobras de blanqueo cultural del régimen cubano.
Resulta que Ome y su socio Kevincito el 13 se encuentran en La Habana, alistando conciertos en Pabexpo, un recinto manejado por el Grupo Empresarial Palco, que no es precisamente una pyme independiente: ese local lo controla el Ministerio de Comercio Exterior y la Inversión Extranjera, o sea, el gobierno de la dictadura.
“Nadie canta ahí sin permiso del Estado. Ese escenario responde directamente al Partido Comunista”, soltó Otaola con toda la artillería, mientras mostraba imágenes y documentos que —según él— prueban que los muchachos tuvieron que pasar por el filtro del oficialismo para que les dieran luz verde.
¿Dónde quedó la postura opositora?
Lo que más le repateó al influencer fue la incongruencia. ¿Cómo es posible que Noelia, quien en su momento dijo haber sido reprimida en Cuba y que hasta se vinculó a las Damas de Blanco, ahora le aplauda a su hijo cantando para los mismos que supuestamente la maltrataron?
“Si tú dices que ese sistema te golpeó, ¿cómo dejas que tu hijo lo respalde desde un escenario oficial?”, preguntó con sarcasmo Otaola. Y no se quedó ahí. Mostró un video donde Noelia aparece recibiendo dinero, insinuando que tal vez su “rebeldía” no era más que una pose mientras seguía dependiendo del bolsillo del régimen.
El reguetonero que no ve la represión
En otro momento del programa, Otaola desempolvó una entrevista en la que Dany Ome afirmaba, sin sonrojarse, que no se sentía reprimido en Cuba. Para el presentador, esa declaración es una bofetada a todos los cubanos que sí sufren persecución, incluso a su propia madre.
“¿Cómo confiar en alguien que posa sonriente al lado de un policía, como si estuviera celebrando?”, lanzó, con un tono cargado de ironía.
Además, señaló que el círculo que rodea a Ome está bien contaminado. Su padrino religioso, Santy Ogbetua, es conocido por repetir como papagayo la consigna oficial de “Patria o muerte”. Con ese dato, Otaola dejó caer que esto no es casualidad, sino parte de un entramado que busca legitimar al régimen usando la cultura como fachada.
El arte como distractor útil del castrismo
En la recta final del programa, el presentador fue directo al grano: “Cada vez que un artista se sube a un escenario oficialista sin denunciar lo que pasa en Cuba, le está haciendo el juego al poder.”
Volver a cantar en lugares como Cayo Santa María, mientras hay presos políticos y apagones por todo el país, no es arte: es complicidad.
Otaola también avisó que tiene más material entre manos sobre los próximos conciertos de Los Malditos, el dúo que forman Ome y Kevincito, donde —prometió— va a desenmascarar la estrategia del régimen para usar rostros jóvenes y aparentemente “inofensivos” como embajadores de un discurso maquillado.
Por ahora, ni Dany Ome ni su madre han dicho esta boca es mía. Pero el silencio, en un país donde hablar cuesta caro, también dice bastante.