En Cuba, cada día parece repetirse la misma historia trágica. Esta vez fue un joven de apenas 18 años, oriundo de la comunidad de El Gabriel, en Quivicán, provincia de Mayabeque, quien murió mientras cumplía el Servicio Militar Activo en la unidad conocida como El Lombillo. Las circunstancias de su fallecimiento apuntan, una vez más, a la negligencia y desinterés del régimen por sus propios jóvenes.
“Se quejaba y nadie lo escuchó”: dolor e impotencia
Según denuncias difundidas en redes sociales, el muchacho llevaba días sintiéndose mal, con dolores fuertes y síntomas visibles, pero los oficiales a cargo ignoraron por completo su estado de salud.
Ni siquiera cuando los padres pidieron llevárselo a casa para cuidarlo ellos mismos, se les permitió. La burocracia militar decidió que no, y el resultado fue devastador.
“Este joven, casi un niño, se quejaba y no lo escucharon. Hoy está muerto y siendo velado por sus padres”, escribió la activista Pilar De Cuba, con una mezcla de rabia y tristeza.
Un sistema que sigue cobrándose vidas
Las redes sociales han estallado con mensajes de dolor, pero también de indignación. Muchos vuelven a preguntarse por qué en pleno siglo XXI el régimen sigue obligando a los adolescentes a alistarse en un sistema militar brutal, desprovisto de condiciones básicas de salud, humanidad o protección.
“ASESINOS. Madres, ¿hasta cuándo vamos a permitir que se lleven a nuestros hijos a esos mataderos?”, escribió con furia una ciudadana identificada como Amy Guillén.
Otros mensajes recuerdan que el joven era noble, inteligente, con sueños por cumplir, y que su madre, una mujer trabajadora, se desvivía por darle una mejor vida, lejos de la miseria impuesta por el sistema.
Silencio oficial y rabia popular
Hasta el momento, ni las autoridades militares ni las sanitarias han dicho una sola palabra. Ningún parte oficial, ningún comunicado, ningún “lo sentimos”. El silencio institucional ya se ha vuelto costumbre, como si las vidas jóvenes fueran simples números en una lista.
Mientras tanto, familiares, amigos y vecinos velaban al joven en la funeraria local de El Gabriel, con el corazón en la mano y la rabia atravesándoles el alma.
“Qué tristeza para nuestro pueblo. Este niño no merecía este final”, lamentó Sandy Jesús Amable Medero.
¿Cuántos más tienen que morir?
Esta no es una historia aislada. En los últimos años se han registrado múltiples casos de jóvenes cubanos que mueren durante el Servicio Militar, ya sea por accidentes evitables, enfermedades mal atendidas o maltratos físicos y psicológicos. Y el régimen sigue callando, sigue imponiendo uniformes a la fuerza, y sigue destruyendo futuros.
El dolor de esta familia es el mismo que sienten miles de madres cubanas, que cada año ven cómo sus hijos son reclutados por un sistema que no los protege, no los cuida y no les ofrece ningún futuro.
